La Peña de los Enamorados es una de las formaciones calizas más conocidas de Antequera. Sin embargo, la mayoría de los andaluces la conocen como el peñón con la cara de un indio. Aunque siempre se ha creído que el perfil pertenece a un hombre, existe una antigua leyenda que desmiente esto.
La leyenda de los enamorados
Según la leyenda, en tiempos de conflicto entre musulmanes y cristianos, hubo una batalla en la región de Antequera. Los musulmanes lograron una victoria y capturaron a un alto mando cristiano, a quien encerraron en una celda. La hija del rey musulmán, intrigada por los prisioneros, decidió visitar las mazmorras y fue entonces cuando conoció al cautivo cristiano. Los dos jóvenes se enamoraron perdidamente y planearon una fuga juntos.
Descubiertos por el rey, fueron perseguidos hasta lo alto de la peña. Sin escapatoria posible y en un gesto de amor eterno, los dos amantes decidieron abrazarse y lanzarse al vacío, prefiriendo morir juntos antes que vivir separados. Este acto de amor y sacrificio no fue en vano, pues, según la leyenda, su trágico final propició la paz entre ambos bandos enfrentados.
El rostro de una mujer
En Antequera hay una estatua de piedra que conmemora a los jóvenes enamorados, representándolos en un eterno abrazo, inclinados hacia el precipicio. Se dice que al atardecer, cuando el sol se pone y baña la peña con su luz, los destellos rojizos que se reflejan en la piedra son el recordatorio de la sangre derramada por estos amantes en su última y desesperada huida.
La historia de la Peña de los Enamorados ha trascendido a lo largo de los siglos y se ha convertido en un símbolo de amor y reconciliación. Tanto que se entiende que el rostro del peñón no es el de un indio, sino el de la joven enamorada.
Con sus 874 metros de altitud y su ubicación estratégica junto a la autovía A-92 y la antigua N-342, la Peña de los Enamorados suele ser un paisaje habitual en viajes de carretera.