Los escenarios cambian. Nuestros hijos y nietos jamás creerán si les contamos que nuestras madres y abuelas tenían prohibida la entrada a la sala de prensa y otros destinos en carreras como el Tour y la Vuelta hace 50 años. Simplemente sucedía por el hecho de haber nacido como mujeres. Ni siquiera les permitían el saludo -y ya no digamos un contacto más íntimo- con la pareja si esta era ciclista, por supuesto varón, y gozaba de unas horas de descanso entre etapas del Tour y, de igual manera, de la Vuelta.