Primer día, primera medalla. Ricardo Ten Argilés. 49 años. Con tan solo ocho, sufrió quemaduras en el 75% de su cuerpo que le hicieron perder los dos brazos y una pierna. Pese a ello, nunca pensó en apartar el deporte de su vida y su primera gran preocupación no fue otra que la de poder volver a montarse en una bici.
En París, el valenciano suma sus séptimos Juegos Paralímpicos, aunque no siempre compitiendo en ciclismo. Tras su fatal accidente, Ricardo se refugió en el deporte y en especial, en la piscina. Empezó a nadar y encontró en el agua el gran aliado para seguir ligado al deporte.
Durante dos décadas forjó su leyenda en las piscinas con más de 40 medallas internacionales, tres oros, una plata y tres bronces en cinco Juegos Paralímpicos. Pero tras los juegos de Río algo se apagó en su interior. La motivación por seguir nadando había llegado a su fin fruto de unos resultados que no llegaban a sus exigentes expectativas.
La cita de 2016 parecía ser la última en su carrera, hasta que de nuevo subido en una bici, volvió a encontrar la ilusión. Su insaciable hambre competitivo le llevaron a alzarse entre los mejores de manera inmediata y pese a que ni él mismo sabía como lo había conseguido, el hecho era que estaba listo para competir de nuevo por las medallas en Tokio.
Además, lo hizo con el plus de ser el abanderado español. Quedó cuarto en la persecución, ganó un bronce en la velocidad por equipos y sufrió un desvanecimiento por un golpe de calor cuando acariciaba la medalla en la crono. Un contraste de sensaciones que le dejaron con un sabor inconformista y con la cita de París ya entre ceja y ceja.
Objetivo cumplido
A la capital francesa llegaba con la idea de llevarse un metal, con el gran objetivo puesto en la contrarreloj del día 4. Pero para entonces, Ricardo habrá saldado dicha meta. En su primera gran prueba, los 3000 metros en persecución C1, Ricardo se creció y pese al incontestable domino de los chinos en la clasificatoria, obtuvo el tercer mejor tiempo y una plaza en la final por el bronce.
“Daría los maillots arcoíris que hicieran falta por verme en lo más alto del podio en París, sueño con ello, con esa medalla individual como ciclista” apuntaba antes de la cita en la capital francesa.
Por el momento, el oro sigue sin caer, pero tras superar al alemán Senska en la final, el bronce ya no se lo quita nadie. Voló como nunca por la pista del Velódromo Nacional de Saint-Quentin-en-Yvelines y dio a España la primera medalla en París.
La primera que nadie esperaba y que vaticina unos Juegos por encima de las expectativas esperadas. Con la natación en la mente y la velocidad en su cuerpo, Ricardo quedará ya para siempre como el primer medallista español en París.