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Los blogs ‘dosmileros’ han vuelto en formato ‘newsletter’ para que los escritores rompan con los corsés de la industria y se sientan libres en sus publicaciones. Cuando desaparecieron los blogs, los autores (especialmente las autoras) encontraron un nuevo lugar para desarrollar su creatividad en las redes sociales. Pero los cambios constantes en los algoritmos, el auge del formato vídeo y la rapidez extrema en el consumo de estos contenidos dificultaron la difusión de los textos más reposados y trabajados. Ante esa amenaza, descubrieron las ‘newsletters’, una especie de cartas enviadas semanalmente a sus lectores donde hablar de ellos mismos, sus preocupaciones y sus pasiones.
Una de las escritoras que dio el salto a este formato es Leticia Sala, que publica desde hace un año y medio ‘Magical Thinking’, con ensayos sobre la amistad, la maternidad y el amor. La autora reconoce que esta es una de “las mejores decisiones” que ha tomado para su escritura. “Instagram hace tiempo que ya no es un lugar en el que expresarse de forma libre para mí”, asegura Sala, ya que el algoritmo complica que sus escritos lleguen al público. Gracias a Substack, el lugar de referencia para compartir estas cartas, encontró un espacio en el que recuperar la “comunicación digital” que le aportaban los blogs, como cuando era una adolescente que compartía sus primeros relatos en Fotolog.
Esa nostalgia también llamó la atención de la escritora Patricia Benito, que considera que con la llegada de las redes sociales desapareció la conexión para dar paso a la “superficialidad y volatilidad” y “depender del algoritmo y de los antojos de un señor de California o de Longyan”. “Me da mucha rabia porque me hace sentir como un conejillo de indias: ellos tocan, nosotros bailamos”, critica la autora. En ‘Hanami’, su ‘newsletter’, habla de cosas cotidianas y todo aquello que la remueve, un lugar en el que piensa “en voz alta” y se desahoga. También hace recomendaciones de libros, música y películas.
Más libertad y cercanía
El blog de Amaya Ascunce, con más de 16.000 suscriptores, empezó como un “espacio de libertad y autenticidad”. Su ‘newsletter’ habla sobre cosas que lee, ya sean libros, artículos o tuits. “La idea es coger algo que me obsesione y buscarle contexto. Por ejemplo, la nueva manera de entender el éxito y el trabajo, o la invasión del algoritmo en nuestra vida”, explica. “Es un formato menos efímero y más elegido”, asegura la periodista. “Estoy harta de producir contenido gratis para Meta (empresa de Facebook e Instagram)”, reivindica la escritora. Ahora, ella marca sus propias normas. “No tengo que hacer el pino para que Meta decida mostrarme o no en el ‘feed’ de nadie. Si la gente conecta con lo que escribo, abrirá mi carta”, detalla Ascunce. También valora que sea un lugar “reposado” y sin ‘postureo’, donde no importan tanto los ‘likes’ y las interacciones.
Por su parte, Milena Busquets buscaba “libertad, diversión y cercanía” en las ‘newsletters’, un contacto directo e inmediato con los lectores, “sin intermediarios”. “No hay empresas de por medio a las que rendir cuentas, ni una línea editorial (con un partido político detrás), ni un director, ni un editor intentando hacer que cuadren las cuentas publicando libros de calidad, ni nada. Estamos mis lectores, mis textos y yo. No puede ser más sencillo”, asegura la escritora. Ella estrenó hace cuatro meses su blog en la plataforma y su comunidad va creciendo lentamente. “Empiezo a conocer y saber cosas de todas las personas que dejan comentarios, se están convirtiendo en amigos”, explica sobre la cercanía que permite este espacio.
Tomar las riendas
Las ‘newsletters’ siguen un crecimiento imparable. “La gente se interesa porque es muy compatible con las vidas rápidas que vivimos”, apunta Leticia Sala. “Hay personas que quieren leer, pero, ya sea por el trabajo o por estar sosteniendo a criaturas, no encuentran el tiempo de leer formatos más largos”, añade. Estos espacios ofrecen una literatura “casi a la carta” que llega a sus correos una vez a la semana abordando los temas que les inquietan. Los lectores también empiezan a estar “hartos de los intermediarios”, apunta Busquets. “Ya ocurrió antes con la música, las compañías de discos dejaron de tener sentido el día en que los artistas empezaron a poder colgar ellos mismos sus canciones”, reflexiona.
“Estoy segura de que, igual que me pasó a mí, la gente está cansada de la velocidad y lo impersonal que se vuelve todo”, reflexiona Benito. También del ‘scroll’ infinito. “Necesitamos ser mucho más conscientes de lo que hacemos y de lo que leemos. Hay tantos impactos al cabo del día que ya no sabemos ni lo que estamos viendo y, lo que es peor, no lo valoramos”, apunta la escritora. “Creo que es urgente tomar las riendas y volvernos algo más selectivos con el objeto al que le dedicamos nuestra atención y nuestro tiempo”, añade, para así poder tomar conciencia de las cosas. “Eso es importantísimo en un mundo que va siempre a contrarreloj”, reivindica.
Nueva fuente de ingresos
Las ‘newsletters’ también se han convertido en un ingreso más o menos estable para los escritores. Por la venta de un libro, un autor se lleva entre un 8 y un 12%, que le puede suponer entre 1 y 3 euros por ejemplar. “Hay que vender muchos libros para que sean realmente una fuente de ingresos”, asegura Ascunce. “Creo que la mayoría de escritores en España venden menos de 300 libros al año, eso son poco más de 300 euros para él”, apunta.
En cambio, en las ‘newsletters’, la gente puede encontrar modelos de pago por contenido y patrocinios. Substack solamente se queda un 10% de esos ingresos y el resto es para el autor. Los escritores ponen su precio. Por ejemplo, Busquets tiene planes de suscripción que van desde los cinco euros al mes, los 50 euros al año o una opción en la que los lectores pueden decidir su aportación anual (a partir de los 50 euros). Por tanto, por cada persona afiliada, la aplicación solo se quedaría 50 céntimos y Busquets ingresaría 4,50 euros al mes.
“Es verdad que no creo que el público tenga dinero para pagar a cinco escritores que le encanten, pero, con precios razonables, es como comprar un libro al año de ese autor”, reflexiona Ascunce. Es por eso que Busquets considera que se producirá un salto de autores a estos espacios: “Los escritores que ahora publican en editoriales convencionales y en prensa escrita clásica serán los que vengan a Substack”.
Aunque el sector editorial suele sentir reticencia hacia aquellos autores que son descubiertos a partir de las redes sociales, fuera de los circuitos convencionales, ¿el hecho de que haya gente pagando por leer los escritos de Substack validará sus capacidades como escritores a la hora de fichar por editoriales en un futuro? “A mí personalmente me maravilla observar cómo lustro tras lustro vamos encontrando formas de comunicarnos, transmitir nuestras historias, y, en este caso, parece que hemos dado con una herramienta que monetiza ese esfuerzo y, por tanto, de algún modo dignifica el oficio”, concluye Sala.
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