El próximo 29 de abril se cumplirán 25 años de la inauguración del Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, un equipamiento cultural que tardó en llegar y no ha estado exento de polémica y tensiones desde su construcción, e incluso antes, pero que ha supuesto uno de los mayores revulsivos de la historia cultural de la capital del Principado.
El auditorio aceleró procesos, generó nuevas iniciativas y marcó un antes y un después en la vida musical de Oviedo, que pasó de ser una ciudad con una buena programación musical a convertirse en una de las capitales españolas de la música y a insertarse en los circuitos europeos más exigentes. La nueva sala acabó impulsando además el nivel de las agrupaciones locales, y en estas décadas se ha podido disfrutar de cientos y cientos de conciertos. También, especialmente en los primeros años, se compatibilizó su uso con el de multitud de congresos y convenciones que generaron un nuevo pulso económico en la ciudad, añadido al intenso que ya de por sí genera la actividad musical que se basa en el intercambio de músicos.
La presencia de una sala adecuada posibilitó la inserción definitiva de la capital del Principado en las giras de las mejores orquestas internacionales, algo que antes estaba limitado por las más reducidas dimensiones del escenario del teatro Campoamor. Además, la gran capacidad de las salas ha sido un acicate para realizar proyectos muy relevantes que antes eran muy difíciles de asumir.
Desde hace unos años, se arrastra un problema de seguridad que obliga al equipamiento a funcionar a medio gas, impidiendo compatibilizar actividades y con varios de sus espacios cerrados al público a cal y canto. Además, la Sala Polivalente, precisamente por ese motivo, lleva clausurada y sin ocupación, siendo un espacio magnífico tanto para propuestas de medio formato como para llegar a un aforo de dos mil espectadores en los conciertos de mayor demanda. Esperemos que el asunto se solvente en los próximos meses y se pueda retornar a una ocupación plena con garantías plenas. Y que las obras se aprovechen para corregir los desgastes propios del uso intensivo de un cuarto de siglo y otros pendientes, como una iluminación más adecuada de la Sala Principal que presenta notables deficiencias y lastra estéticamente los conciertos.
El futuro del Auditorio debe pasar por incidir en ensanchar los procesos musicales de la ciudad, tanto en el ámbito de la música clásica como en otras disciplinas que, a día de hoy, tienen menos representación. Es un asunto también capital la mejora de la interacción de actividades, algo ahora perdido por las cuestiones más arriba aludidas, de manera que la vida diaria del equipamiento tenga mayor pulso. Aspectos además tan básicos como el de volver a disponer de una cafetería para uso del público y de los espectadores es esencial en la recuperación de la actividad.
Estos últimos años la trascendencia de las agrupaciones que han pasado por el Auditorio ha sido enorme, también el crecimiento artístico experimentado por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), que tiene allí su sede y que ha podido acrecentar su capacidad y ambición artística desde un espacio que tiene en sus buenas condiciones acústicas uno de sus puntos fuertes.
Los modernos auditorios se han convertido en espacios acogedores en los que la escucha de la música se realiza en las mejores condiciones. En cada ciudad han supuesto un verdadero elemento tractor de la actividad cultural. Muchos de ellos son espacios abiertos a la ciudadanía no sólo para la asistencia a las actividades propuestas, sino que habilitan espacios que la sociedad civil emplea para los procesos creativos. Todas las salas, ahora vacías, del último piso pueden ser reaprovechadas para iniciativas diversas que complementen la programación habitual y, además, ayuden a crecer al tejido musical ovetense. Son retos de futuro para un auditorio que ha conseguido un lugar central en la cultura asturiana.
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