Adam Yates gana con épica y Mas ataca sin premio en el infierno de Granada
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En la subida a Hazallanas, de lo más parecido al infierno que debe existir en la tierra, nadie protestaba cuando los aficionados les vaciaban una botella entera de agua sobre la cabeza. En otros puertos y en circunstancias parecidas, los ciclistas de la Vuelta a España no quieren ser regados por los seguidores, prefieren vivir con su propio sudor y ser ellos los que decidan cómo y cuándo se quieren hidratar.Daba igual quién recibiera el agua, fueran Adam Yates o Richard Carapaz, primero y segundo en la etapa, reenganchados a la Vuelta; Enric Mas, un héroe sin premio; Primoz Roglic, el favorito irregular, o Ben O'Connor, el líder que apenas flojeó tras la alarma roja de Cazorla. Con rampas del 20 por ciento y el termómetro fastidiando al personal, lo importante era poder sobrevivir ...