Eso es lo que siempre he sentido al leer a Sharon Olds (San Francisco, California, 1942), y fue lo que experimenté mientras conversaba con ella en su despacho de la Universidad de Nueva York, donde, a sus 80 años, atiende a estudiantes que, como yo, anhelan su maestría.
Era un sábado común y corriente para todos los que ese día caminaban bajo la intensa lluvia por las inmediaciones de Washington Square. Pero no para mí. Yo iba a ver a Sharon Olds. Fue una charla hermosa la que mantuvimos.
Hablamos de la atrocidad de la guerra que acababa de estallar entre Israel y Hamás; de la belleza de lo doméstico, tan denostado siempre por la crítica masculina; de la creación, indiferente a los sexos, que no al sexismo; del privilegio de ser escuchada y de la virtud de saber escuchar; de que lo personal es siempre poético, además de político.
No mencionamos, sin embargo, sus numerosos premios, entre ellos el T. S. Eliot, el Pulitzer, el Wallace Stevens o el Joan Margarit, que recibió de manos del Rey Felipe en julio. Es Olds una mujer humilde y generosa, una poeta que narra la vida, que la canta y la celebra.
Su poesía es siempre directa y muy personal. ¿De dónde viene esa capacidad suya?
Creo que se debe a que vengo de una tradición familiar marcada por la represión y la religión, en la que no se hablaba de las cosas más importantes. No es que pensara: “¿De qué se supone que no debo hablar?”. Simplemente, las cosas que más me interesaban estaban fuera de gran parte de la literatura previa a mi nacimiento. Y eso dejaba todo un área abierta a nuevos poemas, a la literatura misma. Fue emocionante y conmovedor pensar que podría hacer eso en lugar de lo que se suponía que debía hacer. Porque, ciertamente, se suponía que no debía escribir como lo hacía…
¿Y cómo debía escribir?
Oh, no lo sé, realmente no lo sé.
Porque, ¿qué esperaban sus padres de usted?
No lo sé. Esperaban amor, y yo les amaba. Esperaban una hija obediente, y yo no lo era. Estaban orgullosos de las buenas notas que sacaba en el colegio, pero eran gente tradicional. No suelo hablar mucho de ellos, pero creo que es justo decir que eran tradicionales en el modo en el que entendían la vida y la literatura.
¿Cuándo decidió que quería escribir? ¿Siempre supo que sería poeta?
Siempre supe que quería hacer cosas y, una vez que aprendí a leer y a escribir, quise construir un pequeño mundo en la página.
¿Y todo eso estaba relacionado de algún modo con la belleza?
Tal vez… Más con la verdad individual que con la belleza tradicional. No necesariamente algo hermoso, pero sí lo suficientemente útil y verdadero.
¿Cree que es posible captar la verdad a través del lenguaje?
En realidad no. Quizás sea posible que una persona construya un pequeño modelo de verdad según ella misma. Pero yo no estoy en contacto con verdades y voces universales. ¿Cuán fiel puede ser el lenguaje a la experiencia? Bueno, eso es diferente. Podemos tocar la realidad, y el lenguaje representa la realidad. Por lo tanto, es como un código secreto, o no tan secreto, pero es como un código. Es una forma de preservar las cosas que morirán y las palabras de las personas que morirán. Es un registro imperfecto de lo que desaparece con el tiempo.
El lenguaje es una forma de preservar las cosas que morirán y las palabras de las personas que morirán. Es un registro imperfecto de lo que desaparece con el tiempo
¿Y qué opina de la relación entre verdad y literatura?
Es algo muy individual y, tal vez, un misterio. Intentamos poner palabras a esos misterios. Los diferentes artistas usan su medio, que en mi caso es el lenguaje, para conseguirlo. Pero las verdades de personas diferentes son muy distintas.
Y, sin embargo, hay gente que cree estar siempre en posesión de la verdad.
Yo no soy así. No creo tener razón. ¿Cómo podría tener razón?
Es imposible.
Parece imposible. No existe un arte oficial hecho para todos. Por lo tanto, si alguien encuentra algo que le guste o algo útil en un poema mío, es maravilloso. Para eso está el arte.
¿Para conectar a la gente?
Tal vez, sí, y para revelar. Si leyera tu novela, me revelaría un mundo diferente al de mis antepasados y, gracias a eso, podría entender mejor nuestra especie. El arte nos ha ayudado a comprender a personas muy diferentes.
En ese sentido, ¿cree que la poesía es una forma de acción cívica, de acción política?
Creo que sí. Creo que el discurso es una forma de acción política, decir lo que creemos es una forma de acción política. Muchas veces, la gente muere por decir lo que cree políticamente. Generalmente, el precio no es tan alto, pero es algo que ha sucedido a lo largo de la Historia. Cada vez que decimos lo que creemos y planteamos una forma posible de hacer las cosas es una acción política. Simplemente, hablar me parece una acción política.
Así que la poesía es política.
No podría decir eso, porque en la poesía hay aspectos que son íntimos de una manera que la política en general parece no serlo. Un buen poema tiene que tener libertad, libertad de expresión, y no ser sólo una plataforma para que alguien dé su punto de vista.
Entonces, ¿debe el creador expresar en público sus puntos de vista personales sobre la política, sobre su país, sobre la guerra?
Es una gran pregunta… No estoy lo suficientemente bien informada. No tengo la fuerza emocional para leer el periódico.
¿No lee los periódicos?
Esta semana sí los he leído. Pero, ¿leo el periódico todos los días? No.
No tengo fuerza emocional para leer el periódico a diario. Es demasiado triste y aterrador.
¿Por qué?
Es demasiado triste y demasiado aterrador. Si voy a escribir, necesito cierto buen humor o, al menos, un humor llevadero para poder pensar en qué es verdad y qué no. Pero la pregunta que me ha planteado es muy importante. Muchos poetas que conozco están muy bien informados acerca del momento histórico que estamos viviendo, pero yo no tengo ese talento.
¿Teme perder la esperanza?
Claro.
Y, si la perdiera, ¿seguiría escribiendo?
Bueno, eso espero. No escribo para salvar el mundo.
¿Para qué escribe?
Oh, me encanta hacer cosas. Y en mi corazón el amor tiene un gran peso. Y cuando uno hace un regalo de amor e intenta que sea veraz según su propia verdad, entonces no hará ningún daño. Cuanto más nos entendemos y cuanto más entendemos lo diferentes que somos y lo similares que somos, más esperanza hay para la Tierra y para el mundo.
¿Y cómo se relaciona con la Historia, con el tiempo, a través de sus poemas?
Simplemente, pongo todo mi empeño en escribir un poema que funcione como obra de arte y como obra de Historia. No soy una pensadora que tiene conocimientos e ideas y los plasma en libros para enseñar cosas a la gente. No soy eso en absoluto. Soy una persona bastante normal. Cuando estaba creciendo, las mujeres estaban limitadas a roles más pequeños, su trabajo era el cuidado de los niños, las tareas domésticas, la cocina, todo lo que no fuera público. Entonces, descubrí que me interesaba escribir sobre esos temas. Pero no desde un punto de vista didáctico, sino porque encontré en ellos belleza, verdad, vivacidad, algún tipo de positividad.
No soy una pensadora que tiene conocimientos e ideas y los plasma en libros para enseñar cosas a la gente. Soy una persona bastante normal
¿Qué aprendió de Emily Dickinson, de Gwendolyn Brooks y de todos sus mentores?
Algo que notas al leer sus poemas es lo diferentes que son entre sí. Emily Dickinson tiene esa forma antigua, tradicional, que se abre y se extiende en la página. Gwendolyn Brooks tiene ambas cualidades, es a la vez formal y libre. Para mí, la poesía no es tanto recibir un mensaje. Es más como bailar.
Me encanta la metáfora.
La métrica y la rima de los versos. Soy una especie de poeta narrativa. Soy lírica, pero soy narrativa. Así que soy una especie de contadora de historias y una especie de poeta.
¿Y por qué eligió la poesía en lugar de la novela?
Intenté escribir prosa. Supongo que todo el mundo empieza escribiendo prosa. Creo que escribo mejor como poeta. Es una forma que me hace ser un poco más honesta y un poco menos melodramática. Y me encanta la forma, ponerlo en la página de tal manera que tal vez entre en la conciencia del lector.
¿Escribe a mano?
Sí. Aprendí a escribir a máquina a los siete años, pero el ritmo, el baile, no era el mismo que el del brazo.
Ahora que habla de movimiento, ¿cree que la energía de una obra, de un poema, puede convertir una experiencia en arte?
Lo puede sugerir. Para mí, tiene todo el sentido que nuestra especie quisiera hacer arte tan pronto como nos volvimos humanos. Si leo un poema que me conmueve mucho…
¿Qué sucede entonces?
Siento que mi corazón se conmueve y mis sentidos también y aumenta mi sensación de estar viva.
Hay mucha falta de amor propio en todo el mundo. Es como si nos odiáramos a nosotros mismos
¿Le importa que la gente lea su poesía desde una perspectiva autobiográfica?
No me importa, no es asunto mío. No hablo de mi trabajo como autobiografía o anti-autobiografía. No me parece importante. Lo importante es si un poema es útil, si es poderoso. Cuando empecé a escribir, sólo me preguntaban si mi escritura era autobiográfica, sólo eso. Y era natural, no me importaba. Pero siento que me preguntaban tanto por eso, todo el tiempo, sólo por ser mujer. A ninguno de los escritores hombres que conocía les preguntaban por lo autobiográfico de sus obras.
No sabe cómo la entiendo…
Lo entiende, claro, claro. Sólo espero que estemos logrando algunos avances…
¿Y se siente expuesta por lo que comparte en sus poemas?
No. ¿Estoy expuesta como alguien que quiere ser creadora? Sí. ¿Estoy expuesta como alguien a quien le encanta escribir sobre el cuerpo? Sí. Es el libre albedrío el que me lleva a escribir mis poemas.
Una de las cosas que más admiro de usted es lo mucho que ama la intimidad.
Sí, sí. Quizás todo el mundo acude al arte en parte por esa intimidad. Tengo hambre y sed de experiencias de intimidad y de conciencia de intimidad.
A ninguno de los escritores hombres que conocía les preguntaban por lo autobiográfico de sus obras. A mí sí, todo el tiempo, y me lo preguntaban por ser mujer
Tenía 37 años cuando publicó su primer poemario. Ahora, que está a punto de cumplir 81, ¿qué piensa al echar la vista atrás?
Veo la suerte que tuve de publicar mi primer poemario con esa edad. Era, al mismo tiempo, madre a tiempo completo y escritora a tiempo completo.
¿Es eso posible?
Sí, lo era. De vez en cuando se echaban siestas [ríe]. Mi material era lo ordinario, la vida familiar tradicional. Fui muy afortunada. La pandemia nos mostró a muchos lo fáciles que han sido nuestras vidas. En muchos aspectos importantes, yo tuve mucha suerte. Sentí que podía escribir sobre cosas que generalmente se consideraban privadas, era algo que quería hacer, aunque me dijeron claramente que estaba equivocada.
Pero no lo estaba.
No lo creo. No tengo muchas ideas importantes, así que tiendo a concentrarme en lo que está lo suficientemente cerca de mi nariz como para poder verlo. Ese es el tipo de escritora que he sido. Pienso en todos los libros que he leído, en todos los que hay aquí, en mi oficina y… Definitivamente, escribir es un don.
Y también disciplina
Sí. Disciplina y autocomplacencia. Porque, si te encanta escribir, ¿por qué no escribir? Recuerde que todos estamos escribiendo esto, esta ola de historia estilística al mismo tiempo, y de historia política.
¿Disfruta enseñando?
Oh, sí. Tengo mucha suerte de poder relacionarme con escritores jóvenes maravillosos y poderosos. Aprendo mucho de ellos. Y me siento igual a ellos, porque cada uno de nosotros espera que el próximo poema contenga algo nuevo, algo emocionante.Siento que estamos trabajando codo con codo.
¿Y qué consejo le daría a un joven escritor?
Mi consejo para cualquier creador de cualquier edad sería, primero, que tome vitaminas, que se cuide, que cuide su cuerpo, que cuide su salud, que coma bien. Según mi experiencia, según lo que he visto en otros, el camino de las drogas y del alcohol no es un buen camino para un escritor. Lo más importante es cuidarse. Y hay mucha falta de amor propio en todo el mundo, no sólo entre los escritores. Es como si nos odiáramos a nosotros mismos. Y cuidarse bien es trabajar contra esa energía negativa.
‘Óvulos en la mano’
Sharon Olds
Traducción de Óscar Curieses
Ya lo dijo Casimiro Parker
120 páginas
20 euros