Los cólicos con peor fama son los cólicos renales o de riñón, famosos por provocar dolores muy fuertes a aquellos que los han sufrido. Pero hay otro tipo de cólicos muy habituales también y que, sin llegar al dolor de los nefríticos, son también muy molestos. Hablamos de los cólicos biliares.
- La vesícula biliar es un pequeño órgano situado debajo del hígado. Tal y como explican desde la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) “su función es la de almacenar y transportar la bilis al intestino delgado para una mejor digestión y absorción de las grasas”.
Pero aunque su función es importante, lo cierto es que se puede vivir sin vesícula, aseguran los expertos.
El problema surge cuando, como ocurre en el riñón, comienzan a formarse pequeñas piedras (cálculos) bien en la vesícula biliar (colelitiasis), bien en el conducto que une la vesícula con el intestino delgado (coledocolitiasis).
Estos cálculos se forman debido a alteraciones en el metabolismo y pueden ser de tres tipos:
- De colesterol (los más frecuentes)
- De sales biliares
- Compuestos por ambas sustancias.
Entre los factores que favorecen desarrollar piedras en la vesícula los expertos en aparato digestivo señalan:
- La edad
- Ser mujer
- Tener una predisposición genética
- Una pérdida rápida de peso
- Tener obesidad
- Sufrir enfermedades hepáticas
- Algunos medicamentos
- Llevar una dieta rica en grasas, entre otros.
¿Cómo identificar un cólico biliar?
Los especialistas de la FEAD estiman que aproximadamente el 12% de la población tiene piedras en la vesícula biliar, aunque “sólo un 25% de las personas afectadas desarrolla síntomas”. Eso sí, el que padece un cólico biliar sufre importantes molestias. Las más habituales son:
- Dolor intenso localizado en el cuadrante superior derecho del abdomen. Este dolor va aumentando de forma progresiva, e incluso, desaparecer durante cortos periodos.
Además, “en algunas ocasiones el dolor puede irradiarse hacia atrás, hacia la espalda, como si se tratase de un cinturón”, señalan desde la FEAD.
A estos síntomas se le puede sumar otros como fiebre, cambios en el color de la orina, de las heces o en el tono de la piel que pueden significar de alguna complicación como una obstrucción de los conductos biliares o una inflamación de la vesícula.
Para determinar si hay cálculos biliares, en qué zona están o si han producido alguna complicación, los especialistas suelen realizar una ecografía abdominal, que puede complementarse con un análisis de sangre o una colangioresonancia magnética.
Tratamiento: dieta, antiinflamatorios y cirugía
Salvo que produzcan complicaciones o los cálculos sean excesivamente grandes, el tratamiento de los cólicos biliares que aconsejan desde la FEAD es:
- Reposo digestivo, es decir, comidas ligeras con pocas grasas, calor local y tomar antiinflamatorios para el dolor.
Lo que si se debe tener claro es que cuando da un cólico biliar lo mejor es realizar una de una colecistectomía programada (cirugía para la extirpación de la vesícula), “ya que aproximadamente el 65% de los pacientes presentaran una recurrencia clínica en los dos primeros años”.
Mientras esta cirugía se realiza, el paciente debe prestar especial atención a su alimentación siguiendo estas recomendaciones que facilitan los expertos en digestivo con el objetivo de hacer trabajar menos a la vesícula:
- Evitar las comidas abundantes, repartiendo las comidas en 5 o 6 ingestas.
- Comer despacio masticando bien.
- Sentarse a reposar unos 30 minutos después de las comidas principales.
- Tomar agua fuera de las comidas y en pequeñas cantidades. Se deben descartar tanto los zumos como las bebidas con gas.
- Optar por preparaciones a la plancha, vapor u horno, evitando fritos, salsas o guisos.
- Reducir el consumo de bebidas excitantes, como el café, y también el alcohol.
- Para que las legumbres no produzcan gases desde la FEAD recomiendan “cambiar el agua de cocción una vez hayan hervido 10 minutos y pasarlas por el pasapurés para mejorar su digestión”.
- Perder peso si se padece obesidad o sobrepeso.