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Más allá del sexo: escritoras y directoras frente al deseo femenino

En el ensayo ‘Poder i desig’ (Fragmenta Editorial), publicado este año, Anna Pazos nos plantea un dilema moral sobre una cuestión eterna: la tensión entre cuerpo y alma. Lo hace con un pasaje tan sugerente como inquietante. El contexto es un viaje en autobús hacia Atenas rodeado de locales que quieren reproducir el politeísmo clásico en una escapada religiosa. El conflicto estalla cuando un chico que está sentado a su lado acerca su mano a su muslo y le susurra al oído: “Todos somos mitad animales, mitad dioses”. 

El gesto, totalmente inapropiado, hace que la protagonista experimente la tensión propia de la zona gris. “¿Viviré la situación como sujeto o como objeto, perpetradora o víctima? ¿Aceptaré hasta el final el impulso de transgresión que me había llevado a acercar ambivalentemente mi muslo al suyo, o me retiraré a un espacio seguro, a un futuro próximo donde pueda denunciar la audacia del chico de la túnica y recibir el apoyo y la solidaridad de mis iguales?”.

Nicole Kidman y Tom Cruise en ‘Eyes Wide Shut’. Redacción


El texto deja entrever que el deseo tiene sus propios códigos y ocupa un espacio turbulento en los discursos feministas. Provoca estragos porque no sigue un camino recto ni siempre se alinea con la moral. Elena Martín también se atreve a hacerse preguntas incómodas sobre los impulsos sexuales y sus contradicciones en la película ‘Creatura’. “El deseo siempre encuentra formas de manifestarse”, recordaba en este diario hace unos meses. “Cuando somos niñas y niños se nos inculca que el deseo es una cosa incómoda, incluso punible, y que por lo tanto se tiene que reprimir. Se recurre a la cohibición como si fuera una forma de protección. Y eso genera sensaciones internas muy extrañas, porque el deseo sexual es un impulso vital”. 

La directora catalana forma parte de una generación de creadoras que reivindican las mujeres como seres deseantes. El deseo femenino, y los territorios de su placer están siendo uno de los grandes temas de los últimos meses. Lo estamos viendo muchísimo en la literatura y el cine. Isabel Coixet también aborda sin tapujos la ambigüedad de los impulsos en su adaptación del libro ‘Un amor’ (Anagrama) de Sara Mesa. Hace unas semanas la escritora y la directora reconocían que no eran capaces de descifrar qué es el deseo. En esta misma línea, Martín también ha destacado en varias entrevistas su naturaleza inabarcable: “Haz la prueba, pregúntale a una persona por su relación con el deseo, verás como no sabe responderte”.

El rodaje de ‘Creatura’, escrita, dirigida e interpretada por Elena Martín Gimeno. Redacción


No es una cuestión nueva. Hanif Kureishi ya se lo preguntaba el año 1999 en su libro ‘Intimidad’ (Anagrama), uno de los más controvertidos que se han escrito sobre la infidelidad.”¡Qué perturbador es el deseo! Es travieso y no se pliega a nuestros ideales. Es un demonio que no duerme ni está nunca tranquilo“. El deseo es seguramente la demostración más viva y visceral de que hay una animalidad inquietante que nunca nos abandona por completo. Forma parte de la zona oscura en tanto que no acabamos de entenderla y, por tanto, de conquistarla. O mejor dicho, de una zona gris a menudo ambivalente como pasa siempre con el inconsciente, que nos desarma y nos irrita porque constata contradicciones soterradas.

Annie Ernaux, otra escritora que ha explorado la naturaleza pantanosa del deseo, también apuntó a la grieta entre la moral y los instintos. “La escritura debería tender a eso, a esa impresión que provoca la escena del acto sexual, a esa angustia y a ese estupor, a una suspensión del juicio moral”. Uno de los últimos en interesarse por las turbaciones de la sexualidad femenina ha sido el director Yorgos Lanthimos, que revolucionó el pasado Festival de Venecia con la retorcida ‘Pobres Criaturas’ y Emma Stone como protagonista.

Una escena de ‘Poor Things’, lo nuevo de Yorgos Lanthimos, con Emma Stone. Redacción


Promiscuidad, matrimonios anarquistas y ‘Eyes Wide Shut’

El deseo actúa como agente doble: impulsa el enamoramiento y los primeros vínculos, pero conspira contra las certezas y mantiene vivo el misterio. En el libro ‘El matrimonio anarquista’ (Hurtado y Ortega), un intercambio epistolar entre una pareja, Begoña Méndez también se plantea las dificultades de elevarse por encima de los instintos: “Ya te he dicho muchas veces que lo importante es pensar qué hacemos con el deseo cuando el deseo aparece y se nos presenta”. Como ocurre a menudo con las grandes cuestiones, más que ofrecernos soluciones, las palabras nos ayudan a hacernos cargo de nuestras contradicciones y, con suerte, a sentir una engañosa sensación de control.

En la película ‘Eyes Wide Shut’, el personaje de Nicole Kidman hace tambalear su matrimonio con una frase aterradora bajo los efectos de un porro: “Y pensé que si me deseaba, incluso si solo era por una noche, estaba lista para dejarlo todo”. Y cuando dice todo, se refiere a su esposo y sus hijos. Es una escena que nos desarma porque hace tambalear nuestro marco mental y una serie de valores sobre los que construimos relaciones. Esta tensión entre la aspiración de control (“mitad dioses”) y la visceralidad (“mitad animales”) nos acompaña siempre.

Como señala Eva Baltasar, es una energía que “puede ser moldeada pero nunca convencida o expulsada”. La frase aparece en su libro Boulder (Random House) que conforma junto a ‘Permafrost’ y ‘Mamut’ una trilogía que ha incomodado a algunas mujeres por cómo está representado el deseo femenino. 

Baltasar se apropia de un lenguaje visceral y unos códigos, a menudo vinculados al universo masculino, para representar mujeres que desean a otras mujeres. Hay quien lo ha visto como una forma de insurgencia, otros como una manera de seguir perpetrando una idea testosterónica de la sexualidad. Posiciones que amplían el debate sin respuestas definitivas. Los instintos siguen siendo un territorio tan indescifrable como las emociones. 



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