Su actual gira la está realizando por salas, teatros y lugares de aforo más reducido. ¿Cómo está siendo?
Está siendo muy especial y muy mágica. Poder estar cerquita de la gente, sentir esa energía cerca y masticar más la música. Al final, un auditorio o un teatro te permiten jugar más con la música que un concierto a lo grande. Es el lugar donde puedes estar cerca, donde la energía se concentra. Estoy disfrutando más que en toda mi vida. Yo quiero seguir con este tipo de show, con este formato… Yo soy muy feliz en este lugar. Me encanta la música, cómo sonamos y como lo estoy pasando en el escenario. No quiero prescindir de eso. Evidentemente, reforzamos de forma visual porque crece un poco la historia. El concepto es el mismo: Estar sentados, sentir el show, levantarte, bailar y poder viajar por todos estos años.
¿Sigue sintiendo esa emoción cuando mira a los ojos a su público de cerca mientras canta sus canciones?
Yo creo que cada vez hay más emoción en los escenarios. Creo que lo que te permite este formato es poder mirar a los ojos de todo el auditorio. En lugares más grandes, sientes la energía y les ves, pero no llegas a sentir esa conexión y esa emoción a flor de piel.
En algunas ciudades a las que va hay gente acampada esperando para coger el mejor sitio para verla. ¿Le sigue sorprendiendo?
A mí me emociona muchísimo. Es el motor. Hay una parte de mí que les pide que se vayan a su casa porque hace mucho calor y mucho sol. Realmente es muy emocionante. Con la misma emoción que ellos esperan la llegada, nosotros estamos deseando llegar, darles el concierto, sentirles y estar cerquita.
¿Este cariño también lo recibe al salir a la calle?
Sí, la verdad es que es muy bonito. Están pasando cosas muy bonitas, es una época preciosa. Yo creo que he aprendido mucho a disfrutar de todo lo que hago. Creo que eso se puede sentir y lo convierte en algo más especial.
Llama la atención que muchas de estas fans son gente joven, que aún no había nacido o que eran muy pequeñas cuando empezó en la música.
Sí, es un traspaso de generaciones. Eso es súper bonito porque se convierte en algo familiar. En los conciertos me llama la atención, desde hace años, que hay muchas familias. Yo veía a la madre, al padre, a los hijos, a los abuelos… Eso es muy bonito, ver a una familia contigo y que no tengas a una edad singular escuchando tu música.
¿Qué cree que tiene su música para atrapar a tantas generaciones?
No lo sé. Si lo supiéramos, estaríamos todo el rato haciéndolo. Puedo decir que yo pongo mi alma, mi vida y todo en cada disco y con la mayor sinceridad del mundo. Cuento en cada momento el sitio en el que estoy y se puede reflejar en la música, en la energía…
También se basa en la verdad de sus letras…
Es la verdad que tienen las letras, la música, el sonido… Intento hacer discos de verdad, no finjo un estado, es real. Cuando finges algo en la música, no funciona.
“Trabajo y soy madre al 100 por 100, como la grandísima mayoría. Somos heroínas sin capa”
Volviendo a sus inicios, era muy joven cuando se adentró en la música. ¿Cambiaría alguna cosa?
Podría cambiarlo todo y podría no cambiar nada. Yo me quedo con no cambiar nada porque al final he ido aprendiendo muchísimo. Errores y cagadas ha habido, pero si no hubiera sido por todo eso, e incluso algún acierto, no sería quien soy ni sentiría como siento. En mi caso, he sido de aprender tragando suelo.
¿Y cuál ha sido el mayor aprendizaje?
Ha sido conmigo misma. He estado 25 años para conseguirlo. Soltar un poquito y disfrutar. No vivir tanto en el miedo, qué va a pasar mañana o cómo lo voy a hacer. Disfrutar más de donde estoy ahora, como y cuando. Evitar esa exigencia tan enfermiza. Esto comporta que luego las cosas salgan mejor.
Siendo mujer habrá tenido que romper muchas barreras y, sobre todo, aprender a conciliar.
Creo que encontré ese equilibrio de trabajar y ser madre. Trabajo y soy madre al 100 por 100, como la grandísima mayoría. Somos heroínas sin capa. Cuando tienes un hijo, te das cuenta de lo admirables que son.