Algunas de mis compañeras de trabajo llevan semanas insistiéndome en que le diga que son fans suyas. ¿El público femenino es mayoría en sus conciertos?
No lo sé. Lo que he notado siempre es mucha diversidad, tanto de género como de edades. Me sorprende mucho lo intergeneracionales que suelen ser mis conciertos. La estadística de Spotify no suele mentir: 31,5% masculino y 68,5% femenino.
Inició la gira de este esperado primer álbum en solitario hace unos meses, y lo hizo con incertidumbre. ¿Qué otras sensaciones está viviendo en este nuevo comienzo?
La verdad es que no me atreví a esperar un comienzo como el que me ha regalado la gente. Desde el principio, desde que anuncié la separación de Izal, hubo muchísimo respeto, más allá de que obviamente hubo gente a la que eso le puso triste. He respirado mucho respeto, mucha apertura de mente, ‘a ver qué hacen estos ahora’, no solo yo, porque Alberto [Pérez] también saca ahora sus canciones. Efectivamente, la incertidumbre y el vértigo estuvieron ahí, pero de eso se trataba también, necesitaba sentir que volvía a empezar un camino diferente, una aventura nueva, aunque con muchos puntos en común con la anterior, porque sigo siendo el compositor de las canciones y la voz, y mi forma de pensar y de escribir sigue ahí. Dejar un proyecto como el de Izal me dio vértigo, pero un vértigo buscado y de momento, disfrutado.
¿El miedo le ha asaltado en muchas ocasiones a lo largo de su trayectoria como músico?
Sí, en mi carrera como músico y también en mi vida. Soy una persona que se agobia con facilidad, que tiene tendencia a imaginarse futuros distópicos, cosas que pueden salir mal y que entonces materializo. Eso lo estoy trabajando, creo que a muchos nos pasa, así que no hay que hacer un drama. Tiendo a sobrepensar, y este disco nace de un momento malo a nivel personal, a principios de 2021. Pero mira, pasar una mala racha a veces también te regala cosas. Me hizo escribir este primer disco en solitario, querer abrirme todavía más y desnudarme de una forma más emocionante para mí, y mira qué camino tan bonito me ha regalado en un mal momento de mi vida.
Las redes son un nido de frustraciones, a mí esos debates me generan más lástima que indignación
¿No le asusta abrir su corazón, desnudar su lado más intimista?
En los primeros discos de Izal me escondía más en metáforas, en letras más misteriosas y mucho más encriptadas, las entendía solo yo. De eso ya hace 13 o 14 años. Ya tengo otra edad y te vas quitando parte de esos miedos, o gestionando mejor. En los últimos años he experimentado mucha más falta de vergüenza a la hora de mostrarme.
«Mejor pecar por ser sincero», canta en La rabia.
Sí, porque creo que parte de lo que está pasando con este disco y la cantidad de gente que conecta con él, y los mensajes que recibo, es porque se percibe la verdad, cuento cosas que son honestas, digo lo que pienso y me ocurre de verdad. Cuando escribes a tumba abierta, el oyente capta algo, hay un plus.
¿El dolor está detrás de todas estas nuevas canciones?
Sí. Yo no escribí este disco sabiendo que iba a ser un disco. Pasé por un bache personal, y como estaba comiéndome la cabeza todo el día en mi casa de Madrid, pues me piré, y me fui a escribir canciones para mí, a la playa, al lado del mar, lejos del ruido de la ciudad. Escribí solo para mí, para poder poner cordura en mi cabeza, y poco a poco me di cuenta de que era mi primer disco en solitario. Escribir es lo que me gusta, lo que me desconecta, lo que me ocupa.
Escribir para salvarse.
La música como medicina es un topicazo pero los tópicos existen por algo. Para mí, lo fue. Y también hay mucha gente que me lo dice, que se salvan o que ven explicadas cosas que ellos no sabían explicar, y que al poder verbalizarlas se encuentran mejor. La comunión con el público está siendo bonita, más que nunca.
De la medicina al veneno de las redes sociales. ¿Esos mensajes también le llegan por esos canales?
Mi terapeuta me dice que el mayor ruido que tenemos está ahí: un montón de opiniones de gente que no te quiere, a la que no le importas, y si te critican pocas veces lo aceptas bien. Intento gestionarlo mejor, no rebuscar en la basura para ver lo que dicen de mí. Esto lo hago mucho mejor ahora, antes era un desastre, horrible. Vivimos en un tiempo muy extraño, en el que todo el mundo se siente legitimado para opinar… Las redes son un nido de frustraciones. ¿De dónde sale tanto odio? A mí esos debates tan acalorados me generan más lástima que indignación.
Ha dicho que este disco nació en una pequeña casa junto al mar. ¿El mar siempre es inspirador?
A mí el mar me da mucha paz, mucha calma. No diré dónde está la casa, no sea que deje de ser un sitio tranquilo. Me gusta el equilibrio que encuentro entre este lugar y la ciudad en la que vivo, Madrid.
¿Qué quiere transmitir con una canción como La fe?
Que no tenemos ni idea de lo que va a pasar mañana. Cuando menos te lo esperas, algo llega y te sorprende, te regala cosas nuevas. La vida siempre te va a sorprender. Hay que tener paciencia en los momentos más oscuros.
“No se trata de borrar lo malo, es sacarle brillo al error”. ¿Buscar la perfección en la música es un error?
Es lícito y además, inevitable. Cada vez que me pongo a escribir una canción quiero hacer la mejor canción de mi vida, algo que sea lo que más me emocione, que me ponga los pelos de punta y me haga feliz. Con que sea diferente, ya me empieza a conformar.