Luis García Montero (Granada, 1958), poeta, escritor, ensayista y profesor de Literatura, dirige desde 2018 el Instituto Cervantes. Con él la institución ha abrazado la riqueza lingüística y cultural de España. Por primera vez desde que se creó, en 1991, esta plataforma que impulsa la cultura hispana en el mundo se reúne en Barcelona hasta el 25 de julio.
-El plurilingüismo es uno de los temas de esta reunión. ¿Cómo difunde el Instituto Cervantes el catalán y otras lenguas de España en el mundo?
-Desde su fundación nuestra misión es difundir la cultura española y en español, pero se trabaja también con el euskera, el gallego y el catalán. Y al decir en español es porque formamos parte de una comunidad de 500 millones de hablantes nativos donde están todos los países latinoamericanos y Guinea Ecuatorial. Y hay 100 millones más que no lo son pero lo hablan. En cuanto al catalán, tenemos la posibilidad de ofrecer cursos de lengua catalana y en los dos últimos años hemos dado 96 cursos de catalán. Aparte desarrollamos actividades culturales con una media de 8.000 al año. En los últimos tres años unas 4.500 de ellas tenía algún protagonista catalán o estaban relacionadas con la lengua catalana.
-¿Ayudará esta reunión que por primera vez se realiza en Barcelona a apoyar más la lengua y la cultura catalanas?
-Hay que destacar la relación que mantenemos con el Intitut Ramon Llull. En el 2004 se firmó un primer acuerdo con ellos y en 2020 otro junto con el Consello da Cultura Galega y el Instituto Vasco Etxepare Euskal Institutua. La celebración de la primera reunión de Instituto Cervantes en Barcelona tiene mucho significado. Primero porque afirma la voluntad en defender el bilingüismo y la diversidad cultural y lingüística como un valor democrático. Barcelona y Cataluña son bilingües. La riqueza cultural de España tiene que ver con la diversidad cultural de sus nacionalidades. Pero no hay que olvidar que Barcelona es una de las grandes capitales mundiales del español. Más allá de la gran alabanza de la ciudad en ‘El Quijote’ basta recordar lo que fue el ‘boom’ latinomericano en los años 60 con la actividad cultural de la agencia de Carmen Balcells, que convocó en Barcelona a escritores como García Márquez o Vargas Llosa.
“Barcelona es una de las grandes capitales mundiales del español”
-En la segunda parte de ‘Don Quijote de la Mancha’ un capítulo destaca esta ciudad como “archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única.”
-Para nosotros es importante no solo reivindicar la calidad de la cultura en catalán sino Barcelona como capitalidad cultural. Es una manera de integrarla en la programación cultural con vistas al futuro. El año que viene, por ejemplo, se le dedica la Feria del Libro de Guadalajara a Barcelona. Es la más importante del libro en español. También en 2025 se realizará en Barcelona el Mondiacult: reunión de ministros de cultura de países iberoamericanos. Y el año próximo la red de ciudades cervantinas celebrará aquí su pleno. Hay que recordar que aquí el Quijote vio una imprenta o que Cervantes vivió y tuvo aquí una casa. El responsable de la red de ciudades cervantinas tiene una propuesta: un itinerario que recuerde los lugares cervantinos como ya hay en otras ciudades del mundo.
-¿Por qué ha tardado tanto en realizarse aquí siendo la capital catalana una ciudad tan cervantina?
-Nos parecía absurdo que no se hubiera hecho todavía una reunión anual del Instituto Cervantes aquí. Desde que entré a ocupar este cargo he querido estar allí donde no se había estado antes en representación de la diversidad. Fue un éxito la reunión en San Sebastián hace dos años y ahora se han dado las condiciones naturales para hacer una reivindicación de la cultura catalana y española en Barcelona. Hay un ambiente general que lo propicia gracias a unas relaciones de mejor convivencia que en años más difíciles por toda la complejidad del proceso [‘procés’] y sus consecuencias.
-Barcelona no suele presumir de su pasado cervantino. ¿El vínculo especial de la ciudad con Cervantes y el Quijote debería reflejarse en una relación más afectuosa en el futuro?
-Este encuentro es un punto de partida de colaboración. Traer a los directores de toda la red internacional del Cervantes sirve no solo para homenajear a la ciudad sino para que conozcan todas las posibilidades culturales, turísticas, gastronómicas y de todo tipo que se puedan extender a través de nuestra red. Hoy el alcalde Collboni ha anunciado que se va a poner en marcha el Premio Miguel de Cervantes para estudios que analicen la relación de Barcelona con el autor y que se pondrá en el patio de las esculturas una de Julio González de Miguel de Cervantes. El año que viene colaborará en el pleno de la red de ciudades cervantinas. Todo ello contribuirá a revalorizar de todo lo que supuso Barcelona para Cervantes.
-¿Cuál es la relación de Instituto Cervantes con el catalán: su misión es apoyarlo igual que al resto de idiomas oficiales del Estado?
-Eso es. Intentamos recoger una apuesta europea. Frente a EEUU que intentó imponer solo un idioma, el inglés, acallando cualquier otro, la Unión Europea se consolidó respetando la diversidad lingüística como una riqueza democrática. Hay 24 lenguas oficiales y estamos apoyando la integración de todos nuestros idiomas oficiales en Europa. El Instituto Cervantes quiere reflejar la diversidad de nuestra cultura.
-¿En qué han trabajado hoy en Barcelona?
Hemos hecho una reflexión sobre las distintas lenguas. El español tiene 500 millones de hablantes nativos y 100 millones más que lo han aprendido o heredado. Es una lengua hegemónica en el mundo donde hay unas 7000 lenguas. Hay muy pocas que superen los 200 millones. ¿Cuál es la actitud democrática? Las lenguas hegemónicas no han de intentar predominar sino ayudar a la convivencia lingüística y el respeto a las lenguas maternas. El catalán es una lengua fuerte que no está en peligro de extinción. El gallego y el euskera, sí. Tenemos que apoyarlas porque son parte fundamental de nuestra cultura. Y también al catalán porque no es una de las grandes lenguas y las redes sociales y la IA le pueden afectar.
Entonces…
En el Instituto Cervantes para hacer un curso de español ponemos un mínimo de 10 alumnos para que sea rentable, pero para catalán o euskera, el mínimo es tres. Aunque no sea rentable permite mantener un diálogo sensato con lenguas con un número de hablantes mediano o pequeño. El registro de matrículas para aprender español u otra lengua oficial de España estuvo en torno a 165.000.
-¿Por qué en EEUU sus sedes solo ofrecen clases de castellano y no de otros idiomas del Estado?
-Eso depende de las posibilidades que hay y de la demanda. Si un grupo quiere poner en marcha cursos de catalán lo hacemos. Tenemos colaboraciones con universidades donde sí se estudia catalán. El problema en EEUU ahora es que hay que defender una cultura hispana que quiso ser descrita como lengua de pobres por la ideología conservadora y Donald Trump. El ataque reaccionario era contra los migrantes latinoamericanos que están entrando en EEUU. Algunos llegan y están en situaciones muy difíciles. Lo prioritario ha sido reivindicar el español y el bilingüismo español-inglés. Ahora hay 65 millones de hablantes nativos de español y hemos potenciado la enseñanza de español como lengua de herencia para que los hijos no se avergüencen de la lengua de sus padres.
-¿Cómo puede afectar una victoria de Trump al castellano en el mundo?
-Trump levantó la bandera del “solo inglés”. Intentó crear dinámicas que avergonzaran a los niños que hablaban español en las escuelas. Criminalizó tanto a los migrantes que hablaban español que desembocó dinámicas raciales. Consideraba los migrantes un peligro. Es lo mismo que hace aquí la extrema derecha con todo el que viene de fuera. Cuando llegó a la presidencia retiró la versión en castellano de la web de la Casa Blanca, maltrató a 65 millones de hablantes nativos de español que tienen la nacionalidad norteamericana. Trump representa un discurso muy agresivo, supremacista, autoritario. Todo lo que no signifique imponer una identidad concreta lo mira con poca simpatía.
“Trump maltrató a 65 millones de hablantes nativos de español que tienen la nacionalidad norteamericana”
-La política influye en la cultura. Basta ver lo que ocurrió con el valenciano, para usted está claro que no es un idioma sino un dialecto.
-Hay un intento absurdo de intentar negar la realidad y politizar cosas que tienen que ver con la identidad de la gente como es la lengua materna. Los grandes filólogos como Lázaro Carreter dejaron claro que el valenciano es una forma de realización del catalán. Y me hace gracia los patriotas españoles reaccionarios porque una de las cosas estupendas del español es que ha sabido mantener su unidad en la diversidad. Un independentista como Andrés Bello escribió una Gramática del castellano hace 150 años para uso de americanos defendiendo que la soberanía estaba clara, pero que sería una estupidez renunciar a un idioma que permitía entenderse a un mexicano y un uruguayo y a un sevillano con alguien de Bogotá. Y eso pasa por decir que nadie tiene el control de un idioma diciendo quién habla bien y quién mal. En Barcelona, Sevilla, Salamanca y México el castellano se habla de una manera distinta. La diversidad caracteriza a nuestro idioma.
“La diversidad es una riqueza democrática pero se enturbió por razones políticas y ahora empezamos a superar esa tensión”
-Qué le parece el nuevo diccionario del catalán que saldrá en 2032 que no pone ninguna variedad por encima de otra?
-Se trata de explicar la riqueza común del idioma y eso me parece muy importante. Es un ejemplo más de la diversidad dentro de la unidad. Es algo que ya se ha hecho con el Diccionario de la Lengua Española donde ya no es el de la Real Academia de la Lengua Española sino un trabajo conjunto de las academias de México, Argentino, Colombia… Se trata de unificar y explicar la riqueza común del idioma.
-Durante muchos años se hablaba de diversidad pero no se defendía como ahora. ¿Qué ha cambiado?
Yo empecé a escribir poesía fue al final de la dictadura franquista y al principio de la Transición. El triunfo de la democacia significó el respeto a la diversidad, entre muchas cosas. Empecé a ir a congresos donde coincidía con gente que escribía en euskera como Bernardo Atxaga, o en gallego como Yolanda Castaño o Manolo Rivas, y poetas que lo hacían en catalán como Joan Margarit. La diversidad es una riqueza democrática pero se enturbió por razones políticas y ahora empezamos a superar esa tensión. Lo natural en democracia es la diversidad. ¿Qué sentido tiene que los catalanes aprueben un Estatuto y que un gobierno en España decida que es anticonstitucional por artículos que estaban considerados constitucionales en el Estatuto andaluz? Cuando se mete la perversión ideológica para hacer daño y ruido se ofende a la gente. Y a uno no le gusta que se metan con su madre.
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