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La chispa que alumbró la máquina de soñar


El cuatro de febrero de 1968, muy de mañana, el cuerpo helado de un varón inconsciente apareció junto a las vías del tren a unos 400 metros de la estación de San Miguel de Allende, en el estado mexicano de Guanajuato. El hombre, en apariencia un gringo de unos 50 años, vestía tan sólo una camiseta y unos vaqueros, y en las pocas horas que le quedaban, los médicos no lograron sacarlo de un coma atribuido a una sobredosis de mezcal y anfetaminas. El frío de una lluviosa noche de invierno a casi 2.000 metros había hecho el resto.



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