El partido que debía confirmar el impulso europeo del Valencia CF, acabó en frustración. El Betis, guiado durante una hora por la jerarquía absoluta de Isco, se llevó la victoria de Mestalla, feudo en el que ningún contrincante ganaba desde el mes de septiembre. Ante la propuesta elaborada y paciente del equipo de Pellegrini, el bloque de Baraja contestó con ímpetu, juventud, corazón, que no son siempre suficientes. Se levantó con dificultades tras el primer gol de Ayoze, igualó con el penalti de Pepelu y acabó cayendo con el segundo tanto del delantero canario. El revés, de impacto psicológico en la lucha clasificatoria, frena la tendencia al alza de los blanquinegros, a los que les quedan 18 puntos por delante y el beneficio de saber que es un equipo lleno de compromiso, capaz de remontar sus propias limitaciones. La recompensa de la Conference League, de la llamada Misión Breslavia, es todavía posible.
Hay heridas que nunca cicatrizan, especialmente en el fútbol, disciplina implacable en desengaños sin fecha de caducidad, heredados de generación en generación. Algunos de sus traumas nacen de la brusca interrupción de historias idílicas. Es el caso del trienio arrollador de Pedja Mijatovic, en aquel Mestalla lleno de niños con camisetas Luanvi con el número 8 a la espalda, marcados para siempre con su salida al Madrid. Y hay otros desamores, con historias que nunca llegaron a ser, que sólo alcanzamos a imaginar. Idilios fugaces como un sueño de verano, sin 80 goles montenegrinos en el recuerdo. La promesa representada por Isco regateando en arabescos a toda la defensa del Logroñés en un noviembre copero de 2010. Han pasado 14 años, pero en cada visita del mediapunta andaluz la herida se ablanda. Con 31 años, con un trote pausado pero siempre seguro, Isco volvió a firmar otra exhibición en Mestalla. Todo el juego está en su cabeza. En cada acción domina todo: geometría, espacio, tiempo. Con una jerarquía absoluta lideró al Betis y mareó durante 58 minutos a un Valencia lleno de juventud y generoso en kilómetros, pero desarmado de oficio.
El partido que anunciaba la candidatura europea del equipo de autor de Baraja, se quedó desnivelado desde el inicio. Al control del Betis, con Isco viendo pases constantes, como un delineante, en corto y en largo, el Valencia respondía con contragolpes impetuosos, desordenados. El equipo local, con un Mestalla lleno y con una luz intensa de camisetas blancas, se acercaba a balón parado, con desplazamientos largos a las bandas y envíos laterales, pero el partido era del Betis.
A los 17 minutos Isco avisaba con un pase al espacio hacia Ayoze, interceptado con dificultades entre Mosquera y Thierry. Dos minutos después, el estilista de Arroyo de la Miel se descolgó por la izquierda con otro pase de primeras a Ayoze, que con el cuerpo burló con astucia (y un rebote afortunado) la entrada de Mosquera y batió a placer a Mamardashvili.
A un Valencia espasmódico se le presentaba un reto de altura, remontar un marcador adverso por primera vez en toda la temporada. El equipo de Baraja se mueve por estados de ánimo, en sus trece victorias siempre se había adelantado en el marcador. Con el 0-1 perseguía sombras, a merced de Isco, que perdonó el 0-2 al fallar una definición de cuchara. Aún a trompicones, nunca le falta entusiasmo. Con la primera parte casi cumplida, Almeida (el perfil más parecido a Isco) dibujó un pase a la cocina del área, en la que Cenk entró como un elefante, pero sin atinar a puerta.
El Betis perdonó tras la reanudación el segundo tanto, siempre con Isco de ideólogo, con Fornals y Bakambú al acecho. Pero con la retirada del malagueño, vacío de gasolina, a Mestalla se le apareció una esperanza. Se movió con otro brío, convocando el caos, hasta el penalti por un manotazo de Miranda a Hugo Duro. Pepelu marcó mecánicamente los tiempos para ajustar desde los once metros a la derecha de Rui Silva, que adivinó la dirección.
Con el empate, las pulsaciones del Valencia, serenadas por Hugo Guillamón, empezaron a asediar a la razón del Betis. Peter Federico buscando el palo largo hizo exhibirse a Rui Silva. El segundo tanto se quedaba a un palmo en las segundas jugadas y rechaces. El equipo de Baraja se asomaba con valentía pero dejaba espacios peligrosos que el Betis acabaría aprovechando. En el minuto 78, un slalom de Ayoze y posterior remate terminó en gol, dejando atrás a Cenk y previo rebote en Jesús Vázquez. El Valencia se lanzó con juego directo a por el empate, llegando a arrinconar al Betis, pero sin acierto, ni apenas tiempo, en un partido embrujado desde el inicio por Isco.