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El pueblo de Sevilla que esconde una ciudad romana en mitad del campo


En la extensa campiña sevillana, entre los pliegues de la majestuosa Sierra Morena, yace un tesoro arqueológico poco conocido para muchos: el conjunto arqueológico de Mulva – Munigua, una antigua ciudad romana que desafía los esquemas convencionales del urbanismo de la época. Este enclave, situado en las inmediaciones de Villanueva del Río y Minas, se erige como un impresionante testimonio de un pasado glorioso que se remonta al siglo IV a.C., un tiempo en el que la Bética romana florecía con esplendor.

A una hora en coche desde la capital, el viaje hacia Munigua te adentra en un paisaje salpicado de olivares y campos dorados, donde el pueblo de Villanueva del Río y Minas sirve como puerta de entrada a este fascinante mundo antiguo. Con cerca de cinco mil habitantes y una rica tradición minera, este encantador pueblo es más que un simple punto de partida; es el guardián de un legado que se extiende a lo largo de los siglos.

Orígenes

El descubrimiento de Munigua se remonta al año 1756, cuando dos eruditos de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, Sebastián Antonio de Cortes y José de Cuentos Zayas, desenterraron sus primeros vestigios. Desde entonces, el Instituto Arqueológico Alemán ha llevado a cabo un arduo trabajo de excavación y preservación, rescatando esta joya del olvido y devolviéndola al escenario histórico.


Vista aérea del conjunto arqueológico de Munigua


Turismo Sevilla

Lo que hace destacar a Munigua es su singular diseño urbano, una característica que desafía las convenciones romanas. A diferencia de las típicas tramas octogonales, Munigua se adapta a las formas naturales de la colina que domina el paisaje. Este enfoque orgánico en la planificación urbana refleja una profunda conexión con la tierra y el entorno natural, una filosofía que se manifiesta en cada rincón de este enclave arqueológico.

¿Qué queda aún de enclave arqueológico?

En el corazón de Munigua se alzan los restos de un majestuoso santuario dedicado al culto de Fortuna y Hércules, una construcción imponente que se erigía sobre la colina más alta. Desde sus terrazas, se vislumbran unas vistas similares a las que tendrían los romanos en la época de máximo esplendor de la antigua ciudad. Este santuario, a menudo llamado el «castillo de Mulva», domina el paisaje como un recordatorio eterno de la grandeza perdida en el transcurso de los siglos.


Restos del santuario


Wikipedia

Pero Munigua no se limita a su santuario principal. Templos, termas, un foro y una necrópolis componen el tejido urbano de esta antigua ciudad. Templos dedicados a deidades como Ceres, Mercurio y Dis Pater revelan la importancia de la agricultura y la minería en la vida de sus habitantes. Las termas, construidas durante el reinado de Nerón, son testigos de la vida cotidiana en la antigua Munigua, un lugar donde los ciudadanos se reunían para socializar, relajarse y disfrutar de los beneficios de las aguas termales.


Restos de las termas del conjunto arqueológico Mulva – Munigua


ABC

La necrópolis de Munigua también revela peculiaridades fascinantes. Contrariamente a las costumbres romanas, esta necrópolis se encuentra dentro de las murallas de la ciudad, un hecho que desafía las normas establecidas de la época. Este detalle arquitectónico único ofrece una visión fascinante de las creencias y prácticas funerarias de la antigua Munigua, un reflejo de la compleja interacción entre la vida y la muerte en la sociedad romana.

Un tesoro que puedes visitar de forma gratuita

La decadencia de Munigua comenzó en el siglo III d.C., cuando los recursos naturales empezaron a escasear y un terremoto sacudió la región. A pesar de su importancia histórica, Munigua sigue siendo un tesoro oculto para muchos. Sin embargo, en los últimos años ha experimentado un aumento en el número de visitantes, atrayendo a aquellos que buscan descubrir los secretos de su pasado.

Las visitas grupales sin previa cita al enclave requieren considerar algunas indicaciones importantes debido a su ubicación en una finca privada. La entrada de vehículos no está permitida, por lo tanto, los dos kilómetros y medio que separan el apeadero de Renfe, donde hay un área de estacionamiento, deben recorrerse a pie o en bicicleta. Es recomendable vestir ropa cómoda y llevar agua durante el trayecto.

Por su parte, el yacimiento se puede visitar de forma gratuita de miércoles a domingo en distintos horarios de acceso entre las 10:00 a 14:00 horas. Los turnos de acceso tienen lugar a las 10:00, 11:00, 12:00 y 13:00. Además, para acceder al enclave es imprescindible realizar una reserva previa a través del correo electrónico [email protected].



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