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Como el primero, ‘Los miserables’ (2018) -con el que, como su título sugiere, mantiene un parentesco espiritual-, el segundo largometraje de Ladj Ly se sitúa en la periferia parisina para explorar cómo la corrupción carcome las instituciones y a quienes las controlan, y cómo las políticas racistas empujan a la rebelión a quienes las sufren. También ambos tienen vocación incendiaria, y demuestran lo difícil que es controlar un fuego una vez se provoca.
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