Cristina Rivera Garza estaba en una “aburridísima” reunión de Zoom cuando el pasado 7 de mayo recibió un mensaje por WhatsApp de una amiga diciéndole: ¡Has ganado el Pulitzer!”. “Pensé que era una broma”, confiesa la escritora mexicana, que en ‘El invencible verano de Liliana’ (Literatura Random House) reconstruye la vida de su hermana pequeña a los 20, cuando era una prometedora estudiante de arquitectura y su novio la asesinó. Un crimen que, 30 años después, sigue impune.
¿Qué supone el Premio Pulitzer?
Mis editores me preguntaron antes de escribir el libro cómo me lo imaginaba. Yo les contesté de manera muy automática: quiero que Liliana llegue lejos, en inglés, ‘I want Liliana to go places’. Y creo que el Pulitzer de alguna manera está ayudando para que Liliana llegue más lejos, tan lejos como pueda.
¿Por qué lo escribió en inglés?
Lo escribí en inglés y español al mismo tiempo. Llevo muchos años viviendo en Estados Unidos y llevo una vida bilingüe. El inglés me ofrecía un poco de protección a un tema que había sido muy difícil tratar para mí, que es excesivamente personal. Y había una especie de respiro en el empleo del inglés para contar cosas que habían ocurrido en otro idioma. Creo que ahí hay una relación entre bilingüismo y duelo de la que todavía no he pensado bien sus consecuencias.
México tiene desde el lunes su primera presidenta, Claudia Sheinbaum, ¿cómo se siente al respecto?
Mi mamá nació en 1943 en un país donde no podía votar a nivel federal. El voto para las mujeres no se ganó hasta 1953. 71 años después, tenemos a una mujer presidenta. No es una cosa menor. Estoy convencida de que la existencia de las dos candidatas a la presidencia se debe a la movilización constante de mujeres y feministas en México en los últimos veinte años. Y también estoy convencida que fueron las mujeres, en toda esta etapa tan difícil de México, con la mal llamada guerra contra el narco, las que han ejercido la única oposición seria.
Vivir en duelo es nunca estar solo, es estar siempre viendo el mundo a través de los sentidos posibles de este otro que ya no está
¿Las mujeres luchan de forma distinta contra el narco?
Hombres y mujeres mueren igual, pero sobre las mujeres recae mucho del trabajo del duelo y de la demanda de justicia. Las mujeres han instaurado una especie de compás moral de la nación en esta época. Claudia Sheinbaum tiene ahora una gran responsabilidad. Ella se ha autonombrado feminista. Ahora veremos si los hechos siguen a las palabras. La seguridad es la mayor preocupación del electorado. Y a mí me parece que esa preocupación tiene cara de mujer.
¿Cree que el premio podría ayudar a que el caso de Liliana se reabra por fin?
¿Qué te puedo decir? Ojalá. Como tantas familias en México, también he tenido que llevar a cabo investigaciones por vía propia, estar tocando puertas, haciendo llamadas…y aun en un caso tan publicitado como este, con un libro detrás, la respuesta ha sido nula. Imagínate lo que le toca a las familias de otras víctimas donde no hay esta atención mediática, ni libro ni entrevistas. Hay una situación de gravedad máxima en lo que se refiere a la justicia en México en casos de violencia de género.
No soy naíf. Que los crímenes se tipifiquen no significa que se persigan. Existe un porcentaje de más del 90% de impunidad en México
Y eso que el feminicidio se tipificó en 2012. En el libro escribe precisamente sobre la importancia de llamar a las cosas por su nombre, del lenguaje.
En los escritos de Liliana se ve su visión del mundo, pero también lo que no alcanzaba a ver. Me parece que Liliana hasta el último momento sabía que algo no estaba bien, pero carecía, ella como nosotros, del lenguaje para identificar y protegerse de esa amenaza. Se les debe a las feministas la traducción de un concepto que ya existía en la vía pública al código penal.
¿Qué falla?
Existe una fiscalía especial. Pero no soy naíf. Que los crímenes se tipifiquen ni significa que se persigan. Existe un porcentaje de más del 90% de impunidad. Y eso es lo que ha permitido que los feminicidas sepan que no van a tener que responder ante la ley. A las instituciones hay que dotarlas de presupuestos. La fiscalía está dirigida por Sayuri Herrera, a quien yo respeto mucho. Pero hemos de seguir señalando la responsabilidad del Estado y de las familias: son las hermanas, las madres, los vecinos, los colegas, los que muchas veces lo protegen. Y como en el caso de Ángel González Ramos, el presunto feminicida de mi hermana, lo ayudan a huir.
Recibió una información anónima sobre su presunta muerte, ¿cree que es una pista falsa?
Recibí un link que me dirigía a su funeral. Me decían que él había vivido con un alias, Michelangelo Giovanni, y que había muerto el 2 de mayo del 2020. En el link había una serie de fotografías desde su infancia hasta la edad en que murió. En efecto, parece que alguien con ese nombre murió ahogado ese día. Lo que falta hacer es comprobar y confirmar, en caso de que sí sea, que Ángel González Ramos es ese Michelaneglo Giovanni.
En las memorias habla de Las Tesis y su himno ‘El violador eres tú’, que la impulsó a escribir. ¿Cada libro tiene su momento?
Un libro no nace una vez. Fueron varios momentos. Algunos de ellos están contados en el libro, otros no. Años antes estuve en un congreso zapatista en Chiapas, por ejemplo. Fue una emoción muy viva, un momento en el que pensé que en ese mundo Liliana encontraría un espacio para vivir. Y ahí, por ejemplo, le pedí a un periodista amigo mío, John Gibler, que hiciera la investigación en los periódicos de la época para ver qué se había dicho. Era algo que me daba mucho miedo. Cuando finalmente pude abrir las cajas donde habíamos guardado sus pertenencias y encontré los escritos de Liliana, fue un momento en el que dije: aquí está, de esto se trata. Cuando escuché a Las Tesis fue una confirmación, pensé: el lenguaje ya está aquí.
Hay una frase del libro dice: “Vivir en duelo es nunca estar sola”.
Cuando uno ha vivido un duelo muchos años, se te olvida que hay otros que no. Durante mucho tiempo yo he tenido una conversación muy cercana con mi hermana, se ha convertido en una compañía asidua. Vivir en duelo es nunca estar solo, es estar siempre viendo el mundo a través de los sentidos posibles de este otro que ya no está. El duelo no solo no acaba, sino que es bueno que no acabe. Se transforma. Los que hemos perdido seres amados a causa de la violencia pasamos por unos duelos muy tortuosos, donde la culpa y la vergüenza se acompañan continuamente. Y si algo ha ayudado a pasar de ese duelo solitario, callado a la fuerza, a un duelo mucho más acompañado, ha sido el libro. No cura la herida pero la transforma.
Escucharla transmite mucha paz, ¿cómo ha logrado metabolizar tanta rabia?
La rabia no se acaba. Creo que el hecho de escribir un libro, con toda la energía que eso implica, es algo que yo no entendería sin la rabia. Pero al escribirlo también tuve que tener mucho cuidado con otro tipo de emociones, porque me interesaba mucho que Liliana fuera la estrella. Y ella tenía también episodios de gran humor, ternura y una convicción muy fuerte hacia un amor radical y libre. Tal vez la rabia sea su eje rector, pero no puede ser la única.