Hans Guttmann trabajó como apuntador de teatro veintidós años. Hasta que un día se cansó de ver lo mal que lo hacían los directores, salió de su escondrijo y le dijo al director de turno que se apartara, que se hacía cargo de la dirección. Guttmann creyó que, después de tantos años en la sombra, merecía una oportunidad.
Esto sucedió en un teatro alemán de la Bucovina, actual Rumanía, y dio cuenta de ello nada más y nada menos que el gran Joseph Roth (1894-1939) un 1 de junio de 1922. Y lo hizo en una de sus numerosas colaboraciones en prensa que servían al autor de “La leyenda del Santo Bebedor” como precario medio de subsistencia. Roth se movió en una época en que prensa y literatura vivieron uno de sus momentos álgidos bajo el contexto imprescindible de los cafés (no hay más que acudir al excelente “Poetica del café” de Antoni Martí para comprobarlo).
Los textos breves le sirven al autor nacido en Brody como testimonio de las diversas excepciones a la regla que supone la vida, vamos a decir convencional. La mirada y la sensibilidad de Roth se inclinan por los seres que habitan el supuesto planeta de la extravagancia: domadores, payasos, adivinadoras, faquires…. Seres que en su mayoría viven al día y sacrifican buena parte de su talento en sobrevivir. Reflejo en gran medida de lo que fue la propia existencia del escritor.
La semblanza / perfil del apuntador se suma a otras cuantas más para formar el volumen “Gabinete de curiosidades”, publicado por la editorial Ladera Norte y cuya traducción y edición corre a cargo de Berta Vias Mahou. El libro resultante es una galería de personajes tratados con gracia, talento y piedad por parte de Roth.
Se plantea Vias Mahou en la introducción que abre el libro lo siguiente: “Si una novela no es más que filosofía en imágenes, como decía Camus, toda la obra de Roth, tanto la narrativa como la periodística, se puede decir que lo es”.
Cambiemos, si es necesario, la palabra “filosofía” por la expresión “visión de la vida” y tendremos de manera definitiva la fuerza de un libro como “Gabinete de curiosidades”, que bien podría tener como títulos alternativos “Galería de los olvidados” o “Artistas de variedades”. La empatía de Roth hacia esta clase de personajes viene en buena medida de que el autor de “La marcha Radetzky” se ve como parte de ellos. Así comienza el texto “Cuando uno busca trabajo” (2 de febrero de 1921): “Quien alguna vez a un inválido que se acerca mendigando, en lugar de la limosna solicitada, le ha aconsejado ‘trabajar un poco’ y quien se enfada por el importe de la prestación de desempleo, que se tome por una vez un plazo de tres días e intente encontrar trabajo. Ir a buscar colocación es mucho más desagradable que ser molestado en un café por un inválido”. Esta cita da una medida muy aproximada del tono y carácter del libro que nos traemos entre manos.
Volviendo a Vias Mahou y su introducción: “Este libro quiere ser un pequeño homenaje a todas esas personas que tanto lucharon y tanto sufrieron, a ese mundo, con sus luces y sus sombras, un gabinete de curiosidades, un cuarto de maravillas, un salón de figuras de cera, en el que también hay reinas de belleza, boxeadores (…) Roth, además, aúna el tono melancólico con la ironía, el humor y un indestructible impulso lúdico. La suya es una mirada racional y piadosa, frente a la sinrazón nacionalista, que suele apelar siempre a nuestros peores instintos”.
Conviene resaltar, como se nos advierte en el libro, que los textos que lo integran en su mayor parte son inéditos en castellano y nunca antes fueron publicados en antología, ni siquiera en alemán. Proceden todos de sus obras completas, donde se recogen un total de 1300 artículos. Para la edición de este libro, Ladera Norte ha querido ambientar los relatos con fotos e imágenes de la época.
Gabinete de curiosidades
Joseph Roth
Edición y traducción de Berta Vias Mahou
Ladera Norte, 256 páginas, 22.90 euros
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