Cuando lo conocí, en el parque mayor de Santa Cruz de Tenerife, Álvaro Santana Acuña era un muchacho que hacía algunos años, él veinteañero, se había enamorado de Gabo. Entonces hablaba de su ídolo como si lo acabara de ver, de hablar con él; como si estuviera al tanto de sus amigos y de sus secretos. Es más, podía pensarse, pues aún vivía el autor de ‘Cien años de soledad’, que acababa de hablar con él esa mañana para contarle, por ejemplo, que estaba en Tenerife, que es un nombre que también tiene que ver con ‘Cien años de soledad’, porque se corresponde con un lugar que está cerca, en Colombia, de Macondo, donde esa novela impar bebe el aire que respira.
En aquel entonces Álvaro Santana, que es ahora uno de los grandes especialistas en (toda) la obra de García Márquez, enseña en el Whitman College y la Universidad de Harvard y cada año viaja a Austin para bucear en los archivos del escritor en la Universidad de Texas, estudiaba a fondo la obra y las andanzas del héroe literario de su vida. Su especialización, que es también su entusiasmo, lo ha llevado en los últimos tiempos a organizar la gran exposición ‘Gabriel García Márquez: la creación de un escritor global’ que arrancó en Austin en 2020, llegó a Ciudad de México en 2022 y sigue por el mundo, con escala próxima en Colombia, la patria grande del autor de Aracataca.
Con esos antecedentes, y esa pasión, Álvaro Santana va detrás de las huellas de este antepasado literario al que jamás conoció, pero del que tanto sabe. Lo sabe todo, y ahora parece que bucea en la nueva novela (inédita) que sacará Penguin Random House en cuanto se acerque, el 6 de marzo, uno de los aniversarios cercanos al centenario del escritor que nació en una casa chica de Aracataca ese día primaveral de 1927. En Madrid, donde hizo escala desde Tenerife, su casa natal, me senté a hablar con Álvaro Santana Acuña, y lo primero que le pregunté fue algo que era lo mismo que le preguntaba Gabo a la gente en cuanto veía aparecer a alguien que viniera de lejos: “¿Qué hubo?” En este caso le dije a Santana Acuña, ¿qué hubo de nuevo con Gabo?
“Cuando empecé mi libro sobre ‘Cien años de soledad’ pensé que ya estaba todo dicho sobre esa novela. Pero encontré documentos desconocidos y con ellos traté en mi libro todos sus aspectos más importantes. Luego han seguido viniendo otros temas que hacen inagotable su historia”
Y él me dijo del tema de su vida: “Pues mira, muchas cosas nuevas, porque García Márquez es un tema que no se agota… Cuando empecé mi libro sobre ‘Cien años de soledad’ [‘Ascent to Glory: How One Hundred Years of Solitude Was Written and Became a Global Classic’. Nueva York, 2020, aun inédito en español y traducido al árabe] pensé que ya estaba todo dicho sobre esa novela. Pero encontré documentos desconocidos y con ellos traté en mi libro todos los aspectos más importantes de la novela. Luego han seguido viniendo otros temas que hacen inagotable su historia…”
Uno de los hechos que han seguido importando, y siendo singulares, es que esa novela en concreto “sigue teniendo una vida propia… Fíjate que cuando corregía las pruebas del libro supimos que a una estrella que está a más de 91 años luz de la Tierra le pusieron el nombre de Macondo, y que el planeta que orbita a su alrededor se llama Melquíades, como el personaje de Gabo… Netflix está adaptando la novela, y será un evento de impacto global… Y ahora viene la noticia de la publicación de la novela que dejó sin pulir…”
La lluvia de Macondo
Hay tanto, dice Álvaro Santana, “incluso está el hecho de que los investigadores y periodistas exploran el asunto del porvenir del medio ambiente y su relación con Macondo, su declive o desaparición. Como si la historia de esa aldea fuera una especie de parábola de cómo la humanidad también ha destruido la Tierra y ésta puede tener un futuro muy parecido al final de ‘Cien años de soledad’, Macondo, que acaba desapareciendo, tras sufrir una grave tragedia ecológica, que fue la lluvia que duró más de cuatro años seguidos…”
A esos acontecimientos, que no tienen que ver con la novela misma, pero en la que se aprecia el influjo de la gran literatura en la vida de la que nació este libro extraordinario, se añaden los propios del trabajo de este profesor isleño, cuya exposición, ya conocida en Estados Unidos y en México, aguarda su turno para abrirse en Colombia en 2025.
“Imagínate”, me dice, sentado en un hotel que fue monasterio de ricos en Madrid, donde se alojó, por ejemplo, Paul Bowles, “lo que supone para un español de Canarias ser el comisario de una exposición del más grande de los colombianos precisamente en Colombia… Es un honor y una responsabilidad enormes. La exposición, además, pretende demostrar cómo se convirtió García Márquez en un escritor global, nacido y criado en Colombia, pero querido por las culturas y los públicos de todo el mundo”.
¿Qué precede a estos descubrimientos o novedades relacionadas con Gabo? ¿Por qué llegó a él?
Por casualidad, llegué por casualidad. Estudiaba en Harvard, en el otoño de 2007, y allí empezó a llover como si se fuera a venir el fin del mundo, un día tras otro. Uno de esos días, yendo a la biblioteca, me dije en voz alta: “Aquí llueve como en Macondo…” Aun no había visitado América latina, había leído ‘Cien años de soledad’ catorce años antes, y esa frase se me quedó en la cabeza hasta que al año siguiente propuse que ese tema, Macondo, Gabo, ‘Cien años de soledad’, fuera el asunto de un trabajo mío sobre cómo un libro como ese se convierte en un clásico… En el curso de esa investigación estuve en el Harry Ransom Center en Austin, para trabajar en el archivo Gabriel García Márquez… Allí me dijeron que era el primer investigador que accedía a su archivo privado y me encontré con las cartas que Gabo había escrito a amigos suyos como Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Cepeda Samudio, Guillermo Angulo, tantos… Me acercaron a un escritor que cuando escribió esas cartas no era famoso.
“Gabo era un escritor que se carteaba con los amigos, y les hablaba de sus inseguridades, de sus dificultades para desarrollar una carrera profesional como escritor. Estaba escribiendo para revistas en las que no quería que se publicara su nombre, porque eran para amas de casa o sensacionalistas”
En aquel entonces, en esas cartas, dice Álvaro Santana, “Gabo era un escritor que se carteaba con los amigos, y les hablaba de sus inseguridades, de sus dificultades para desarrollar una carrera profesional como escritor. Estaba escribiendo para revistas en las que él incluso no quería que se publicara su nombre, le avergonzaba, porque eran destinadas a las amas de casa o trataban asuntos sensacionalistas”.
En esas cartas hablaba también de ‘Cien años de soledad’, de lo que supuso para él “ese momento maravilloso en el que ya se pudo poner a escribir”. En esas cartas está el momento “en que Gabo entendió cuál debía ser el proceso creativo de la novela. Ahí no está Gabo contando cómo ‘fue’ la novela, sino cómo ‘la estaba haciendo’, qué sentía en el momento de escribirla…”
Agosto llega en marzo
¿Y qué será esta novela, ‘En agosto nos vemos’, que aun no se conoce? Álvaro Santana la leyó en 2017. “Estaba más acabada de lo que se piensa… Es una novela, sin duda. Se reconoce la voz literaria de Gabo. Quizá con las facultades creativas mermadas por su enfermedad. No estamos hablando de una nueva ‘Cien años de soledad’, por supuesto, ni de otro ‘El amor en los tiempos del cólera’… En todo caso va a causar bastante sorpresa, porque en este momento de cancelaciones, que a él también le han llegado a afectar, la voz narrativa es la de una mujer. Y aquí volvemos al García Márquez de ‘Diatriba de amor contra un hombre sentado’ y de ‘Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo’. Ahora García Márquez le da voz a una mujer que busca empoderarse, experimentar con su libertad. Desde luego llamará la atención de muchos lectores…”
“‘En agosto nos vemos’ es también otra prueba irrefutable de su talento, dedicación y amor por la literatura. Una obra imprescindible. El broche final a una carrera y una vida únicas”
¿Y le gustará a los que amamos a Gabo?
Yo creo que sí. Es una novela en la línea de ‘Vivir para contarla’ y ‘Memoria de mis putas tristes’. Pese a la enfermedad, García Márquez despliega esa fabulosa capacidad que tiene de usar el lenguaje para sorprendernos, de inventar metáforas, crear asociaciones entre palabras que nadie antes había pensado. ‘En agosto nos vemos’ es también otra prueba irrefutable de su talento, dedicación y amor por la literatura. Es una obra imprescindible. El broche final a una carrera y una vida únicas.
No lo conoció. ¿Y cómo se lo imagina? “Como una persona muy privada, preocupado por su imagen pública, alguien que te ponía pruebas para saber si podía confiar en ti. Si lograbas pasar esas pruebas ya eras de su círculo. Siendo tan famoso y requerido, tenía que comprobar si el interés ajeno en su persona era genuino, de ahí venían esas pruebas. Siento también que debía ser una persona muy generosa, muy amable y muy simpática, una vez que te sentabas en el salón de su casa donde disfrutaba de uno de los placeres de la vida, hablar con los amigos”.