Begoña Oro, prolífica escritora zaragozana de literatura infantil y juvenil, autora de algunas de las sagas más vendidas y populares (y creadora de personajes como la ardilla Rasi o Troti), es la ganadora del XXVIII Premio Cervantes Chico, un reconocimiento a toda su trayectoria que otorga un jurado presidido por la alcaldesa de la localidad madrileña Alcalá de Henares, Judith Piquet. En su comunicado, el jurado destaca de Oro que es “un claro ejemplo de esfuerzo y amor por las letras” y le otorga el reconocimiento por “la calidad, alcance y popularidad objetiva de su trabajo en la literatura infantil y juvenil”.
La trayectoria de Oro comenzó con la publicación en 1996 de ‘Pásatelo en grande’, y desde entonces ha escrito para todas las edades y en casi todos los formatos. Algunas de sus series más populares son sin duda las de ‘La pandilla de la ardilla’ (en torno a la ardilla Rasi), para primeros lectores, libros publicados por la editorial SM, o el erizo Troti, para niños y niñas que ya leen solos con más soltura (también publicados en la misma editorial), pero también los recientes de ‘El dragón de las letras’ (y ‘El Unicornio de las letras’) o ‘Los misterios a domicilio’ (ambas series publicadas en Beascoa).
Ella misma se hacía eco de la concesión del premio en su perfil de Instagram, en el que entrelazaba el relato de cómo recibió la noticia con la cotidianeidad: “Yo me arrastraba de vuelta de hacer la compra. Fue una sensación extraña“, decía, con la fugacidad de los momentos, narrado a través de la floración de un nenúfar en su jardín. “«¿Cuánto durará?», pensé. Los nenúfares son así, como todo en esta vida, efímeros”. Tras hacerse público el premio este martes, atiende por teléfono a este periódico en una mañana en la que, confiesa, no para de sonar.
Menudo momento, enterarse de haber ganado un premio a toda la trayectoria a la vuelta de la compra… ¿Cómo ha sido recibir la noticia del Cervantes chico?
Pues fue curioso, fue curioso, fue como una crónica de un premio anunciar, porque todo el mundo insistía en que me lo iban a dar a mí, sobre todo en círculos de autores y autoras de literatura infantil y yo trataba de rebajar expectativas y así sin terminar de creérmelo realmente, hasta que me llamó la alcaldesa de Alcalá de Henares, que fue cuando me lo creí de verdad. Y que te coja la llamada justo en el momento en que estás cargando yogures, leche y anacardos, pues está bonito porque te pone un poco los pies en la tierra, porque está saliendo un premio, pero también tienes que dar de comer. La vida es un poco así, con suerte, por supuesto, porque yo he tenido mucha suerte, a veces la vida solo es la parte de arrastrar las bolsas de la compra y no hay reconocimiento. Pero que me haya llegado el reconocimiento, así, tan pronto… Aunque tampoco soy tan joven, pero pienso que es pronto y es muy bonito.
Recibir premios no es algo nuevo para usted. Ya recibió el Gran Angular en 2011 por ‘Pomelo y Limón’ (editorial SM), el Premio Lazarillo en 2018 por ‘Un fuego rojo’ (Galimatazo editorial), o el Premio Jaén de Literatura Juvenil por ‘Tú tan cáncer y yo tan virgo’ (Montena), entre otros. ¿Qué significa recibir el Cervantes chico?
Bueno, la mayoría de los reconocimientos son a una obra concreta, esto es distinto porque es un premio a toda la trayectoria. Y formar parte de una lista en la que están personas como Juan Muñoz o Gloria Fuertes, gente a la que yo leía de pequeña es muy emocionante. Si le llegan a decir a aquella Begoñita que estaba leyendo ‘El pirata garrapata’ que le iban a dar el mismo premio que a Juan Muñoz, no se lo habría creído, y mira que tenía imaginación, pero tanto, no.
Estos reconocimientos a obras concretas son muy importantes para poder impulsar o mantener la producción literaria en el caso de la Literatura Infantil. ¿Sigue siendo la gran olvidada?
Sí, totalmente. Por esto agradezco mucho la entrevista, y todo lo que nos saquéis en los medios, porque dan visibilidad la literatura infantil. A ver, yo en esto soy menos beligerante que algunos colegas míos, porque yo me encuentro muy cómoda en esta especie de invisibilidad. Me gusta mucho, por ejemplo, que los niños conozcan a Rasi y sepan quién es Troti, pero no tengan ni idea de quién soy yo, porque me parece también muy mágico. Ese realmente es el reconocimiento que quiero, el de los lectores, que reconozcan al personaje y que lo hagan suyo, que lo vivan de esa forma tan genuina. Pero bueno, sí que está muy bien que luego den premios, sobre todo porque estás haciendo una cosa que parece que tiene menos mérito, que parece que pasa más desapercibido. Es como el menú infantil, que siempre incluye macarrones o ‘nuggets’. Pues chico, a los niños también les gusta comer bien, no sólo macarrones. Con la literatura pasa igual, les tienes que dar lo mejor. No es una literatura menor.
En Gran Bretaña acaban de entregar el Premio a Mejor Autor del año a Katherine Rundell, una escritora de literatura infantil y juvenil. Estamos hablando del Cervantes Chico hoy, pero ¿crees que algo así podría pasar en España? ¿Un Premio Cervantes para un autor o autora de literatura infantil?
De momento es impensable, pero bueno, poquito a poco. La existencia del Cervantes chico ya es importante.
El jurado del Cervantes Chico destaca además la popularidad de su obra, y que se ha valorado la utilización de su obra como recurso educativo y didáctico. Algo muy destacado de su trayectoria es la implicación que tiene en el fomento de la lectura, con proyectos como el juego de lectura en voz alta, que se organiza en colaboración con la Feria del Libro de Madrid, del que usted es madrina…
Bueno, eso no es tanto mérito mío, tendría que compartir el premio con tantísimos docentes que están a pie de aula usando a Rasi como mascotas. Me mandan fotos de sus proyectos, se crean sus propias historias día a día en el aula… Es muy emocionante saber que los personajes son tan útiles.
Además de estos personajes tan conocidos, su obra es muy prolífica. Hace unos meses publicó también una novela juvenil escrita entre varios autores, Amor y Hate (SM), ambientada en el Benidorm Fest. ¿Necesita retos diferentes para seguir estimulando la creación?
Yo hacía mucho que no escribía novela juvenil, y eso que fue lo primero que escribí, libros como ‘Pomelo y Limón’. Pero lo había dejado un poco de lado, no me sentía capacitada al cien por cien para conectar con la juventud (a pesar d que tengo un hijo adolescente). Pero es que la oferta de escribir con Roberto Santiago, Nando López y Belén Gopegui no la podía dejar pasar y realmente ha sido maravilloso, porque verlos escribir es como verlos pensar y he aprendido muchísimo ese proceso. Me ha encantado.
¿Tiene otros proyectos de este tipo entre manos?
Sí, yo quiero probarlo todo. Ya me he animado a escribir teatro y también poesías, por ejemplo. Yo siempre me he sentido una escritora muy solitaria y, sin embargo, ha encantado escribir con más gente en ‘Amor y hate’. Ahora tengo también pendiente otra novela, que saldrá el año que viene, con otros tres escritores. Además estoy trabajando en un libro-juego para niños muy, muy pequeños, que también es un reto, con una ilustradora y con un creador de juegos de mesa. O sea que sí, me gusta probar cosas nuevas. También sigo con nuevas aventuras de Troti, y con otros proyectos de los que todavía no puedo hablar.
¿Para niños?
Para niños y para no tan niños, también.