Fue el grupo que no estaba destinado a serlo, la flor rara a la que no se adivinaba un futuro y el fenómeno que llegó a contrariar a sus seguidores iniciales al durar más de lo que parecía tener asignado. Stay Homas ha pasado de la anécdota a la carrera profesional hecha y derecha, y de la estacionalidad más severa (el confinamiento pandémico) a la vida civil sin limitaciones, como refleja esa gira que los llevará hasta México y diversos países europeos. ¿Y luego? Ya han anunciado un frenazo. ¿Demasiada intensidad?
Refresquemos la memoria: Stay Homas es el trío de amigos al que el encierro decretado el 14 de marzo de 2020 pilló compartiendo piso en un ático de la calle Balmes, en pleno Eixample de Barcelona, provisto de una soleada terraza. Músicos de aula y de raza, muy rodados en bandas de la escena catalana (Rai Benet y Klaus Stroink tocaban con Búhos y Nil Moliner, y Guillem Boltó, con Doctor Prats), desde el primer día se vieron improvisando tonadas y versos con lo que tenían a mano, que no era mucho: una guitarra, un teclado Casio y un cubo de fregar. “Pero cualquier cosa podía ser un instrumento: una caja con clavos, botes de pimienta…”, recuerda Klaus Stroink. “Y lo que más nos gustaba era juntar las voces y cantar”.
Contra todo pronóstico
Comenzaron a brotar canciones, las colgaron en Instagram y las reacciones en cadena fueron inmediatas. “El tema ‘Stay homa’ adquirió una magnitud inesperada. ¡Era un reggae hecho con un cubo y una guitarra, y lo pasaron en la televisión jamaicana!”, se asombra todavía Rai Benet. Bienvenidos al estado de perplejidad permanente. “La glándula de la sorpresa nos quedó anulada”, sintetiza Guillem Boltó.
Sus composiciones aportaron serenidad y relativismo a aquellas desconcertantes semanas de confinamiento. Un ‘buenrollismo’ reconfortante, hecho de buenas melodías y un amplio abanico de ritmos y estilos: reggae, bossa nova, habanera, rock, armonías vocales de herencia doo-wop. No había ansia de construir un discurso musical, ni mucho menos de grabar un disco. Pero sus duetos cazados al vuelo rompían todo pronóstico: Judit Neddermann, Sílvia Pérez Cruz, Pablo Alborán, Rubén Blades, Michael Bublé… No tardaron en llamar a Ixent Sampietro, mánager docto: Txarango, Els Catarres, Búhos… “Necesitábamos ayuda urgente”. En mayo de 2020, Stay Homas fichaba por Sony Music.
Todo eso aparece contado en un documental, ‘La banda que no debería existir’, que saca a relucir aspectos que habían quedado fuera de foco: dudas e inseguridades, los efectos de la fama, la toxicidad de las redes, el cambiante juicio popular, incluso algún que otro roce interno. “Nos gustó encontrar la parte de conflicto de su historia”, explica Oriol Gispert (La Lupa Produccions), director, junto a Nick Bolger (Icon Internacional) y Ramon Balaguer (Minifilms TV), de este filme construido también de la mano del guionista-editor David Casademunt. “Seguir al grupo durante tres años fue un lujo y así captamos ese cansancio de ellos mismos y su crisis de identidad. Hay incluso una secuencia en la que discuten por dinero y se percibe un agotamiento”, apunta Gispert. El documental se estrenó en el reciente Festival de Málaga, se exhibirá a partir del 1 de agosto en Filmin y TV3 lo emitirá en diciembre.
El cubo de fregar
A los chicos de Stay Homas, experimentados en la profesión, pero como actores secundarios, no como ‘frontmen’, el globo les explotó en la cara. “Surfeamos la fama como buenamente pudimos”, estima Stroink. De repente, podían arreciar tormentas en Twitter porque la nueva canción era en castellano y no en catalán, o al revés. En el documental se les ve quejándose del tono de algunas entrevistas en los medios. Y aquellas acusaciones, cuando mejoraron su instrumental, de haber “perdido la esencia”. ¡Los nostálgicos del cubo de fregar! “Como cuando Manel dejó de tocar el ukelele. Nosotros comenzamos haciendo música con guitarras y cubos porque era lo que teníamos en casa”, razona Rai Benet. “Si hubiéramos tenido un cuarteto de cuerda lo habríamos utilizado”.
No todos los artistas se prestan a mostrar en un documental sus momentos de flaqueza, pero aquí se ve a los tres miembros de Stay Homas discutiendo y evidenciando su fatiga tras tantos meses de convivencia intensiva, 24 horas por siete días. Pese a todo, la nave iba. “En Instagram todo es perfecto; en Twitter, todo es fatal, y la vida real no es ni una cosa ni la otra”, observa Guillem Boltó. Y después de docenas de bolos de aforo creciente y un par de álbumes, Stay Homas anunció su intención de frenar tras el presente ‘Tournarem xinu xanu tour’, que concluirá en enero de 2025 con tres conciertos en el Poble Espanyol.
Una de esas ‘paradas indefinidas’ que hoy se estilan. “Aunque la gente lo vea como una estrategia de marketing, los grupos cuando dicen que paran es porque lo necesitan”, defiende Boltó. ¿Y luego, qué espera a Stay Homas? “Si volveremos o no, es algo que no tenemos claro. Hay voluntad de seguir haciendo música, es lo que nos mueve, pero no sabemos cuándo, ni dónde, ni cómo”. Para volver a escribir canciones conviene bajarse del tren y tomar el pulso de la vida, vienen a decir. Decidan lo que decidan, la idea de planificar las cosas queda algo fuera de lugar, como desliza Rai Benet, que llevaba “20 años estudiando el bajo eléctrico” y se vio triunfando con una sencilla guitarra con cuerdas de nilón cuando menos se lo esperaba. “Yo ya no daré nunca nada por sentado”.
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