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El curioso motivo por el que la Catedral de Málaga es conocida como ‘la manquita’

En la ciudad de Málaga, en la icónica Plaza del Obispo, se erige majestuosa la Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación, conocida coloquialmente como la Catedral de Málaga. Este imponente templo cristiano, considerado una joya del Renacimiento andaluz, atrae a turistas y malagueños por igual, ansiosos por sumergirse en su historia y esplendor arquitectónico.

El origen de esta magnífica obra se remonta a los albores de la Edad Moderna, cuando los Reyes Católicos reconquistaron la ciudad de Málaga en 1487, liberándola del dominio musulmán. La antigua Mezquita Aljama, testigo de innumerables transformaciones a lo largo de los siglos, fue designada para convertirse en la catedral cristiana que hoy conocemos. Así comenzó un proceso de construcción y metamorfosis que perduraría durante siglos.

Las obras de la Catedral de Málaga se iniciaron en el año 1525 bajo la dirección del arquitecto Diego de Siloé. Sin embargo, lo que debería haber sido un proyecto grandioso y completo se vio interrumpido por el tiempo y las circunstancias. A pesar de los esfuerzos dedicados a su construcción, el destino tenía otros planes para este monumento sagrado.

Tras más de dos siglos de arduo trabajo, en 1782 se dio por concluida la construcción de la catedral. Sin embargo, para sorpresa de muchos, la obra aún no estaba completa. Una parte significativa del diseño original quedó sin materializarse, otorgando a la Catedral de Málaga un apodo que perduraría en la historia y en el imaginario colectivo: «La Manquita».

El apelativo de «La Manquita» no hace referencia a una pequeña omisión, sino a una característica notablemente ausente: la segunda torre. Según los planes originales, la catedral debería haber sido custodiada por dos torres majestuosas, sin embargo, solo una de ellas fue erigida, dejando un vacío palpable en el horizonte urbano de Málaga. La falta de la segunda torre, como un miembro amputado, otorga a la catedral una peculiaridad única y un nombre que ha perdurado a lo largo del tiempo.

Restauraciones

A lo largo de los años, diversos intentos se realizaron para completar la construcción de la Catedral de Málaga. En el siglo XVIII, se reiniciaron las obras con la intención de evitar posibles derrumbes, pero nuevamente se vieron detenidas debido a restricciones presupuestarias. La falta de fondos destinados a la culminación de la catedral relegó sus necesidades a un segundo plano, priorizando otras obras públicas.

Siglos más tarde, también se han realizado esfuerzos para preservar y restaurar este tesoro arquitectónico. En 2009, se llevó a cabo una restauración urgente de las cubiertas del edificio, seguida de otra en 2015. Sin embargo, la verdadera culminación de la Catedral de Málaga aún está pendiente.

Y es que a pesar de su incompletitud, la Catedral de Málaga continúa siendo un símbolo de la ciudad, una maravilla arquitectónica que cautiva a quienes la visitan. Su fachada, aunque incompleta, irradia grandeza y majestuosidad, recordando a todos aquellos que la contemplan la grandeza de un proyecto inconcluso, pero magnífico.

Con el quinto centenario de su construcción en el horizonte, se planea reiniciar las obras con el objetivo de finalizar lo que comenzó hace más de cinco siglos. Este ambicioso proyecto no solo completaría la visión original de la catedral, sino que también honraría su legado y su importancia cultural e histórica para la ciudad de Málaga y más allá. La culminación de la Catedral de Málaga no solo sería la realización de un proyecto largamente postergado, sino también un tributo a la perseverancia y al ingenio humano que ha dado forma a esta obra maestra a lo largo de los siglos.



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