Puede parecer que darse golpes y luchar contra alguien es lo que más duele a la hora de practicar cualquier deporte de contacto. Nada más lejos de la realidad. La verdadera batalla la tienen fuera todos esos luchadores que alguna vez han tenido que verse las caras con la báscula. “Ese es el peor enemigo”. Eso es lo que dice Merche García, y, al igual que ella, el resto de deportistas que se dedican a este tipo de disciplinas. García, de 15 años y natural de Sariego, tuvo que raparse la melena el pasado febrero para cumplir con el peso. Es campeona del mundo de grapplin y artes marciales mixtas, lo que se viene practicando en compañías como la UFC.
A sus 15 años, García no conoce la derrota y, aunque tampoco es que haya tenido mucho tiempo para probar los puños de sus oponentes, ya ha tenido que sacrificar su melena para poder subirse al ring, algo que a esa edad puede suponer poco menos que un trauma. Sin embargo, ella es consciente de los esfuerzos que un luchador tiene que hacer para llegar a pelearse contra los mejores. “Yo peleo en 65 kilos. Cuando llegué al pesaje, después de haberme metido durante horas en la sauna y en baños con sal para sudar, pesaba todavía más de lo permitido. No se nos ocurrió otra solución que cortar el pelo. Y funcionó”, asegura la saregana.
Una melena que pesaba 300 gramos y que ahora Merche no puede lucir. “Los primeros días la gente me vacilaba un poco, pero ya se acostumbraron. No me costó mucho cortármelo, a pesar de que lo llevaba largo desde que nací”, indica.
La peleadora no está de acuerdo con “las salvajadas” que se llevan a cabo dentro de los circuitos de lucha con los recortes de peso. “Tenemos que deshidratarnos para poder cumplir con la báscula. Yo, por ejemplo, puedo llegar a perder diez kilos en una semana, con lo que eso supone para los riñones, por ejemplo. Esto se hace para que los luchadores pesemos lo mismo en la pelea, pero los hay que tenemos que bajar más y otros que menos. Lo que deberían hacer es que cada uno peleáramos en nuestros pesos originales, y si hay que recortar, que sean unos pocos kilos para poder hacerlo de una manera mucho más natural”, explica la luchadora del gimnasio Bandog, en Gijón.
“La UFC ha hecho mucho daño. Todas esas burradas que hacen, con bañeras, saunas… Llegas a la pelea sin energías. El otro día bajé, por ejemplo, tres kilos en un día. Llegas a un límite que ya no tienes de dónde bajar el peso, es muy duro. Y no solo es sudar, es la dieta que tenemos que hacer desde un mes antes. He tenido que contratar a un profesional para que me ayude”, lamenta la peleadora, que está a un paso de cumplir su sueño de llegar a lo más alto del deporte cuando sea profesional, pero que espera, una vez llegado el momento, no tener que “sudar tanto”.
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