60 años lleva Víctor Manuel escribiendo. Empezó con 17, aunque por aquel entonces ya estaba acostumbrado al escenario. Ha sabido como nadie relatar una vida en la que tanta gente se ha visto reflejada. Lo sigue haciendo, con su particular ojo crítico. Aquel que, no en pocas ocasiones, le ha puesto en el foco de la censura. “Es la magia de la música”, dice. Para bien y para mal.
Su último álbum, ‘Sinfónico‘ (Sony Music, 2024), es una colección de instantes convertidos en arte para recordarse aquello que ha defendido. En directo y, cómo no, con el pulso firme.
Acompañado por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias, el cantautor repasa los poemas musicalizados que le convirtieron en un icono de la canción protesta. El álbum, grabado en septiembre de 2022 en el Teatro de La Laboral de Gijón, es la antesala a una gira que arranca este sábado en el auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid.
Seguirá componiendo, por supuesto. No puede dejar de hacerlo. Hay algo en su mirada, siempre atenta al mundo, y afiladísima como ninguna, que le empuja a ver más allá.
¿Cómo pueden sonar actuales letras que alumbró hace 50 años?
Es el poder de las canciones. No quiere decir que, cuando las escribí, lo hiciera con la idea de perdurar. Jamás imaginé que ‘El abuelo Vítor’ trascendería. Era tan personal que, cuando la terminé, pensé dejarla en un cajón. Creía que no le interesaría a nadie y, de repente, me di cuenta de que todos tenían abuelos como yo.
Para un icono de la canción protesta, ¿qué le parece que ciertos políticos digan que vivimos en una dictadura?
Es una tontería, no tienen ni idea. Y no es por ignorancia, sino por hijoputismo.
¿Ya nadie protesta a través de la música?
Sí, hay artistas que siguen dando fe de su tiempo. La diferencia es que tienen menos cauces en los medios de difusión. Nuestra generación encontró complicidad porque la situación, en el fondo, era parecida para todos. Por lo que había más facilidad para sonar en la radio. Era una época ingenua en la que, si mandabas tu tema y gustaba, la ponían. En 2024, esto es impensable.
El público no le ha fallado.
Gracias a los distintos formatos que he puesto en marcha, he descubierto lo que la gente piensa. La primera vez fue en 2009 con ‘Vivir para cantarlo’. Recuerdo cómo se les iluminaba la cara, pues, por una cuestión generacional, habían pasado por cosas parecidas.
¿Le escucha gente de derechas?
Seguro. Tengo discos transversales que pueden llegar a otras capas de la sociedad. De hecho, he escrito más al amor que a la pelea.
En ‘Digo España’ muestra su visión de un país complejo. ¿Es ésta una palabra secuestrada?
De toda la vida. Como la bandera. Y esto ha pasado, en parte, porque la izquierda ha sido perezosa y zangolotina. Aún así, algunos sí que la han reivindicado. Además, la derecha ha sido muy agresiva. Cada vez que veo un perrito con la bandera de España, pienso en el gilipollas de su dueño. Es deprimente.
¿Qué es lo que más le duele de la España de hoy?
La falta de lealtad que se deben unos partidos a otros. No basta con decir lo que cada uno hace mal recíprocamente. Es agotador. Les cuesta bastante admitir cuando algo está bien. Eso, para mí, es negativo. Es como si a un músico sólo le gustasen sus canciones. Yo soy capaz de escuchar una de Rozalén y pensar qué belleza. Tenemos una clase política pobre. Había más generosidad hace años.
La derecha no para de repetir que España se rompe. ¿De verdad?
Si fuese así, a esta altura sólo quedarían trocitos. Lo que debe preguntarse es qué pasa para que ya no pueda gobernar. Es curioso cuando ellos lo han hecho incluso con los nacionalistas. Deberían plantearse esto antes de soltar frases así. Seguramente haya quien quiera que España se rompa, pero siento que es un sentimiento minoritario. Somos 47 millones de personas y, sin duda, debe haber un puñado que quiera que nos vayamos a tomar por culo. Pues ya está. Me gustaría que, por un segundo, teniendo en cuenta las leyes que han recurrido en el Constitucional, desde el aborto hasta la igualdad de sexos, hagan recuento de las cosas que ellos han perdido. Deberían analizar si, en realidad, están en lo correcto. Te venden la burra de que la economía es un desastre y no. Sigo viendo las calles atiborradas. En cambio, sí que hay una gran desigualdad. Pero, claro, de eso prefieren no hablar.
Sin embargo, es un discurso que compra su electorado.
Hay quien se deja engañar. Me pregunto si los votantes de Vox han leído su programa. Si no, me parece estupendo que lo voten. Puede ser que estén enfadados. Pero si lo han leído y lo votan, es para mandarles al psiquiatra.
¿Es la cultura una buena herramienta para unir a esta España tan diversa?
Ha sido el pegamento en muchísimas situaciones. Nos agrupamos más fácil detrás de ‘Paquito, el chocolatero’ que de la bandera. Es más importante el trabajo que ha hecho Paco de Lucía por el mundo que cualquier tío berreando y diciendo que todo es una mierda.
¿Estaríamos mejor si Isabel Díaz Ayuso fuera presidenta del Gobierno?
No, aunque Pedro Sánchez tampoco me parece el rey del pollo frito… Es un hombre correoso que está haciendo lo necesario si queremos que haya Gobierno. Ayuso es una mujer muy populista, de la escuela de Esperanza Aguirre. Dice lo primero que se le pasa por la cabeza y convence. No obstante, empiezo a notar signos de flaqueza. Ha habido momentos en los que se ha pasado de frenada, como cuando dijo que los enfermos de covid-19 se iban a morir igual. Por ahí mejor no ir porque hay gente que la ha votado y que, tal vez, no está de acuerdo con ello.
¿Cómo se vive en Madrid desde que dirige la Comunidad?
Igual, es perfectamente prescindible. Ahora bien, con otra administración, los fondos buitres no hubiesen operado como lo han hecho. Su discurso es primario: libertad y cañas. ¿En serio? Es tremendo y demoledor. ¿Cómo puede vender esto con tal descaro? Ya sé que no le gusta Sánchez, pero que diga qué es lo que tanto detesta.
Recientemente, el Ministerio de Cultura ha suprimido el Premio Nacional de Tauromaquia. ¿Qué le parece el revuelo que se ha montado?
Normal. Yo sólo he ido una vez a los toros, cuando Joaquín Sabina y yo acompañamos a un artista italiano al que quiero, Lucio Dalla. Cada vez hay menos corridas y menos asistencia. De tal modo que, si les retiras las subvenciones que reciben, tendrían peor vida. La eliminación del premio me parece coherente con la política de Sumar. Ellos no han engañado a nadie.
PP y Vox están empeñados en reescribir la historia con unas leyes de concordia que ya ha criticado la ONU. ¿Por qué este empecinamiento en olvidar lo que pasó?
Está en su programa. Si lo has leído y tienes un muerto en la cuneta, no deberías votar a Vox. El problema es el contagio de la derecha con la extrema derecha. Uno de los pocos aciertos de Pablo Iglesias fue decirles que no iban a gobernar nunca si seguían así. La derecha es un barco grande y, como tal, es difícil de manejar. Virar ahora para hacer pactos en Cataluña es complicado y exige tiempo, pero lo harán. Veremos al PP con los nacionalistas, con los que van a amnistiar. Tiene un punto de cinismo cuando han usado esto como engaño para movilizar a la gente. Manda cojones.
Muchas de las canciones de este álbum están en bable, ¿cuando será lengua cooficial?
Es un juguete que nadie sabe cómo manejar. En Asturias hay quien, en función de si está en el Gobierno o no, tiene una actitud u otra. Poniendo las cartas sobre la mesa, hacer oficial un idioma conlleva reconvertir la administración. Y eso tiene un coste. Si bien hoy es un tema pasional, lo cierto es que las únicas páginas que se publican en bable en La Nueva España están pagadas. Con esto quiero decir que no hay demanda. Otra cosa es que los ciudadanos piensen que sería estupendo para conservar nuestra identidad. Sólo se trata de debatirlo: ¿qué significa hacer esto en 2024 cuando en Cataluña, que tiene una lengua cooficial, los jóvenes pasan olímpicamente?