Desde hace algunos años, referirse a Vejer de la Frontera es hacerlo a una de las localidades más asombrosas, espectaculares y visitadas de toda Andalucía. Un rincón de la provincia de Cádiz que se encuentra ubicado en un lugar muy estratégico, comandando la comarca denominada como la Janda, que se asoma a los vientos del Atlántico, pero que no basa sus encantos de manera exclusiva en ser la llave histórica de los caminos que iban desde el interior hacia al mar, ya que cuenta con numerosos argumentos que por sí solos bien merecen una visita sosegada.
Cualquier época del año es perfecta para subir a las alturas de la colina en la que se encuentra la localidad de Vejer de la Frontera y desde la que se dominan varios kilómetros a la redonda. Desde este punto se puede admirar tanto el bonito azul del océano Atlántico como los atractivos campos de la comarca. Obviamente, por su cercanía a la costa, es un destino altamente demandado en verano, por lo que lo más recomendable será visitarlo en otros momentos, como por ejemplo la primavera o el otoño, instantes ideales para aprovechar todos los encantos de Vejer de una manera más sosegada.
Lo primero que llama la atención de esta localidad es su ubicación, ya que el corazón del casco urbano de Vejer de la Frontera se encuentra situado en la zona más alta de una elevación del terreno, lo que hace que podamos contemplar Vejer desde la distancia cuando nos vamos acercando por carretera. Esa contemplación, del caserío formado por blanquísimas casas, en contraste con el verde del terreno, será la primera imagen que nos asalte en el futuro cuando queramos recordar nuestra mágica visita a este rincón gaditano.
Desde una colina de unos 200 metros de altura, Vejer domina el mundo, y su original urbanismo le ha servido para formar parte por pleno derecho de la red de los Pueblos más bonitos de España y para convertirse en uno de los puntos turísticos más destacados de toda la provincia de Cádiz. Lo que Vejer promete al viajero cuando este la atisba de lejos, se confirma con creces en el momento en el que llega arriba y comienza el recorrido por los vericuetos y callejuelas únicas de este entramado urbano que rezuma personalidad por los cuatro costados.
Su importante posición ha hecho que a lo largo de la historia prácticamente todas las civilizaciones que han pasado por Andalucía hayan puesto sus pies en esta localidad gaditana. Por ello, en el actual casco urbano de Vejer de la Frontera, se han encontrado restos que pertenecen a las culturas fenicia, cartaginesa y romana. En terrenos muy próximos a Vejer de la Frontera, en el año 711, tuvo lugar la denominada batalla de La Janda, que supuso la pérdida del dominio de los visigodos y el comienzo de la denominación de los árabes de gran parte de la península ibérica.
Como bien indica su nombre, Vejer ha sido desde siempre una ciudad de frontera, por lo que a lo largo de la historia su muralla ha cobrado una importancia fuera de toda duda. En la actualidad es posible todavía admirar algunas de las torres de esta muralla, que aún se conservan, como es el caso de las torres de la Corredera, Mayorazgo y San Juan. Estas torres deben de formar parte del paseo que haremos para perdernos por esta localidad de calles imposibles, rincones bellísimos y paredes repletas de macetas colgadas.
Ciudad de frontera
En la actualidad, las antiguas cuatro puertas que daban acceso a la villa medieval, se encuentra perfectamente integradas en el casco urbano, por lo que se torna imprescindible que las conozcamos una a una. Estas puertas son las del Arco de la Segur, la de la Villa, Puerta Cerrada y la de Sancho IV. Tendremos que mover un poco nuestras piernas, ganarle la partida a las cuestas –que las hay de todos los tipos y colores en Vejer-, para llegar al Castillo, que se encuentra en la parte más alta del casco urbano y donde vamos a encontrar una interesante mezcla de elementos musulmanes y cristianos.
Son muchos los monumentos que existen en Vejer de la Frontera que no podemos dejar atrás, entre los que hay que destacar la iglesia parroquial del Divino Salvador, que se comenzó a construir en el siglo XIV, la iglesia de las Monjas Concepcionistas con el famoso y emblemático Arco de las Monjas o el convento Hospedería de San Francisco. Un paseo en el que debemos de incluir otros puntos en los que resulta interesante la parada como por ejemplo el palacio barroco del Marqués de Tamarón, la casa del Mayorazgo o los curiosos molinos de viento de San Miguel, datados en el siglo XIX, que le dan también una personalidad única al pueblo.
Al margen de estos indudables puntos de interés que hacen que el conjunto monumental de Vejer de la Frontera sea más que valioso, lo mejor que puede hacer el viajero es dejarse llevar por su intuición y perderse sin rumbo fijo por el entramado de callejuelas que le dan vida a esta población gaditana. Un lugar que además del patrimonio histórico y artístico que muestra en sus calles, tiene también un incalculable patrimonio gastronómico. Estamos en tierras en las que destacan todos los productos derivados de la ternera retinta, una especialidad de una calidad indudable y en la que también podremos disfrutar con infinidad de platos que se elaboran con el magnífico atún que se pesca en sus costas. Pero si hablamos de un producto emblemático, nos tenemos que detener en el lomo en manteca, que es santo y seña de la localidad. Son muy célebres los bocadillos de lomo en manteca que se pueden degustar justo antes de subir al pueblo, en la famosa Venta Pinto.
Vejer de la Frontera se basta por sí misma para satisfacer las expectativas del viajero más exigente, pero si se va buscando un viaje aún más completo, esta localidad está sólo a una decena de kilómetros de algunas de las playas más espectaculares de toda Europa. Lugares como El Palmar, Los Caños de Meca o Zahora, enclaves de ensueño, con magníficas playas, variadas infraestructuras turísticas y en las que es posible poner en marcha la práctica de numerosas actividades deportivas como el surf o el windsurf. Un paisaje dominado por el espectacular faro de Trafalgar, ubicado en el cabo del mismo nombre y que da luz a muchas de las embarcaciones que transitan esta privilegiada zona.