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Una gran retrospectiva de Tàpies y más ‘descolonización’, en el 2024 que arranca en el Reina Sofía

Mucho se ha hablado de descolonización de los museos en los últimos días a raíz de las palabras del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, apostando por esa línea que pretende sacudir en estas instituciones el relato tradicional que las ha conformado, un discurso básicamente blanco, occidental y masculino. Manuel Borja-Villel había sido de los pioneros en España en poner en marcha este proceso con su reordenación de la colección del Museo Reina Sofía, que dirigió hasta hace un año, en base a temas como el feminismo, la diversidad sexual o la cuestión racial. Y este miércoles su sucesor, Manuel Segade, ha demostrado estar comprometido con el mismo fin durante la presentación ante la prensa de la programación y las novedades más importantes de la gran casa madrileña del arte contemporáneo en el año que acaba de empezar.

“Como ya he dicho varias veces, estos son temas ineludibles no solo porque son los del presente que los artistas trabajan, sino porque forman parte de la genética del arte contemporáneo. Los museos no somos feministas o tenemos interés en los temas raciales o de género de un día para otro, o porque a la política le interese” ha explicado Segade. “En los años 60, el nacimiento del arte contemporáneo coincide con la irrupción de la segunda ola del feminismo, con Stonewall, con las revueltas de mayo del 68 y con los últimos procesos de descolonización de los países del sur global” ha continuado el gestor, subrayando la normalidad de una perspectiva que despierta ampollas en ciertos sectores pero que ya han puesto en marcha muchos de los grandes museos del mundo.

Para profundizar en esa línea, el director del Reina Sofía ha anunciado que el museo volverá a abrir el Capítulo 8 de la última presentación de su colección permanente, el que lleva por título ‘Dispositivo 92: ¿puede la historia ser rebobinada?’ Este espacio, que Segade encontró cerrado y con sus obras tapadas cuando tomó posesión hace unos meses, está ocupado por piezas críticas con el control colonial y los efectos nocivos del imperialismo de las últimas décadas, con especial hincapié en Latinoamérica. Un espíritu espoleado entre artistas tanto del norte como del sur global por la caída del muro de Berlín y por los fastos, y su resaca, que trajo consigo el 92 que celebraba el quinto centenario de la conquista de América. Antes de ahora, ese espacio solo había podido visitarse durante unas semanas, debido a un problema técnico con su licencia de apertura y cuestiones de accesibilidad. Resuelto esto, reabrirá a finales de este mes de febrero.

Esta es solo una de las pocas aportaciones propias y novedosas que Segade ha podido hacer a la programación de este año, que todavía venía determinada por la que había puesto en marcha el equipo anterior. El nuevo director ha explicado que hasta la primavera de 2026, aproximadamente, no habrá una programación que se pueda considerar verdaderamente patrimonio de la nueva gestión, aunque hasta entonces sí se podrán ir viendo algunas aportaciones puntuales a la preexistente. Un proceso paulatino que se entiende si se tienen en cuenta los plazos que se manejan en la vida diaria de museos gigantes como el Reina.

Segade ha aprovechado también la ocasión para anunciar un nombramiento que era muy esperado, el de la subdirección artística del museo. Después de un proceso de concurso que ha registrado una participación notable en comparación con la ocasión anterior (“se han presentado 52 personas; la última, en 2019, fueron 5”, ha destacado), la elegida ha sido la mexicana Amanda de la Garza, que hasta ahora dirigía el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México, una de las instituciones de este campo más importantes en Latinoamérica. “Su puntuación ha sido mucho más alta que el resto”, ha señalado satisfecho Segade.

Tàpies, Lee Byers y muchas mujeres

La programación de este año está marcada en su inicio por la exposición que el museo dedica a Antoni Tàpies con motivo de su centenario. Se trata de una gran retrospectiva que ya se ha podido ver en Bruselas con motivo de la presidencia española del Consejo de la UE, pero en este caso es todavía más amplia, “simplemente porque nuestros techos permiten albergar obras de gran formato de Tàpies que en otras exposiciones no se han podido ver”. Está comisariada por el propio Manuel Borja-Villel, que en los años noventa ejerció como director de la Fundación Antoni Tàpies de Barcelona, precisamente, y arranca el 20 de febrero.

De las otras muestras con nombre propio destacan las dedicadas a James Lee Byers, un artista conceptual que trabajó en diferentes formatos sobre temas relacionados con la espiritualidad, siempre a medio camino entre Oriente (vivió mucho tiempo en Japón) y Occidente (será en el Palacio de Velázquez a partir de mayo), y a dos mujeres que son dos clásicos de este museo y de nuestra escena artística. La de la austriaca Eva Lootz (arranca el 28 de mayo), residente en España desde los años 60, es la única temporal añadida al programa que ya existía, y presenta pinturas, esculturas, fotografías y otras obras multimedia aunque haciendo hincapié en el dibujo. Una vuelta de tuerca más al trabajo de esta creadora de 84 años que pone en permanente cuestión el objeto del arte. Por su parte, la consagrada a Soledad Sevilla (será la que marque el comienzo de curso, arrancando a finales de septiembre) recorre toda una obra pictórica marcada por la influencia de la cibernética y por su adscripción a la abstracción geométrica, para incidir en la que sigue siendo la afirmación fundamental de la artista: que lleva pintando el mismo cuadro toda su vida.

Hay más mujeres todavía: la de la valenciana Olga de Soto va a ser la última muestra dentro de un programa, Fisuras, con el que Segade ha declarado que no piensa continuar, porque quiere “trabajar el arte emergente español de otra manera”. Y ‘Opera to a Black Venus’ es una ambiciosa instalación, acompañada de un pequeño recorrido por otras piezas, de la artista y pensadora portuguesa afrodescendiente y residente en Berlín Grada Kilomba, que acaba de acompañar a Borja-Villel como comisaria de la Bienal de São Paulo y cuya propuesta también encaja con el mencionado discurso ‘descolonizador’ del museo, porque investiga los patrones de microrracismo que se dan en la Europa actual.

En esa línea más política y como gestor cultural acostumbrado a vincular sus espacios con la calle y con la realidad de lo que sucede, ha anunciado también que la exposición actual de Amos Gitai sobre el asesinato del primer ministro israelí  Yitzhak Rabin podría prolongarse al hilo de los acontecimientos que se están viviendo en Oriente Próximo, y que incluso podría enriquecerse con piezas llegadas al museo desde Palestina y territorios colindante en los últimos años.

Dos son las grandes exposiciones “de tesis” de este año, las dos ambiciosas, complejas y con piezas que proceden de diferentes lugares del mundo. ‘Esperpento’ lidia con este concepto acuñado por Valle-Inclán que se acabaría convirtiendo, según Segade, “en una categoría estético-política de la modernidad”. Y ‘En el aire conmovido’ parte de la obra de Lorca para explorar el concepto de duende en el arte. Aquí hay que subrayar que está comisariada por uno de los grandes popes del arte y el pensamiento contemporáneos, el francés George Didi-Huberman.

Manuel Segade ha confirmado que el ministerio de Cultura le ha concedido al museo la misma cantidad que el año pasado para realizar sus compras en ARCOmadrid (que arranca el 6 de marzo), 400.000 euros, añadiendo que, aunque ya han estado hablando con galerías, muchas de las adquisiciones se realizarán en los propios pabellones de Ifema, a los que muchos artistas llegan con sus obras recién terminadas y donde, ha asegurado, “nos vamos a encontrar con sorpresas, seguro”. Repecto a las dos instalaciones del museo en el parque del Retiro, Segade también ha anunciado que el Palacio de Cristal, inmerso en una revisión técnica de sus instalaciones mano a mano con Patrimonio, seguirá cerrado este año “y puede que hasta uno o dos más”, algo que pasará también con el Palacio de Velázquez, pendiente de renovar sus cubiertas, en cuanto termine la exposición dedicada a Lee Byers.  



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