En el marco de la historia del Valencia CF, sin duda, Paquito es un personaje muy importante. Fue fichado con 24 años gracias a la acción de Vicente Peris. Llegó en un momento dulce de su carrera como futbolista y aquí se asentó. Rápidamente se convirtió en un futbolista de club, que ganó tres títulos: la Copa de Ferias del 63, la Copa del 67 y la Liga de 1971. De hecho, su imagen levantando este último trofeo, ya convertido en capitán del Valencia, se hizo icónica.
Futbolista equilibrado, con una enorme solidez dentro del campo que complementaba las características de otros centrocampistas del equipo como Claramunt o, anteriormente, Roberto Gil. Además, responsable de una jugada particular, el regate del melocotón, que bien nos cuentan sus compañeros de éxitos. Al acabar su carrera en el Valencia, Paquito demostró también su condición de hombre de club bajando a jugar al Mestalla sin que se le cayesen los anillos para tratar de ayudarlo.
Posteriormente, el ovetense iniciaría su dilatadísima trayectoria como entrenador, en la que también se sentó en el banquillo del Valencia. Por desgracia, el descenso del 86 coincidió con su presencia como técnico en Cádiz, lo que supuso que a Paquito le quedase siempre una herida por haber ‘contribuido’ de aquella manera.
Todos conocemos su paso brillante por el Villarreal. En resumen, fue un futbolista de club, comprometido, importantísimo, sólido e inteligente. Su recuerdo debe permanecer en la memoria valencianista como uno de las figuras más significativas de su historia centenaria.