La temporada del Levante llega a su fin. Para lamento de los que, alguna vez a lo largo del curso, soñaron con un ascenso a Primera División y para tranquilidad y paz mental de los que sufrieron con cada uno de los golpes sufridos durante el trayecto. Ninguno recordará el año que avanza hacia su conclusión por ser ilusionante ni esperanzador. Las piedras en el camino, al igual que los tiros en el pie, terminaron siendo una condena para un club que militará una temporada más en Segunda. El empate cosechado en El Alcoraz, además de no sacar de pobre a nadie, escenificó el drama y, sobre todo, las carencias de un equipo que, a pesar de su voluntad y talento, se quedó a medio camino de su sueño de conseguir un ascenso. O como mínimo, de pelearlo, de tú a tú, con otros oponentes.
El punto, de hecho, cierra una temporada para el olvido, a través de un partido soporífero, sin tensión y sin alma entre los que se enfundaron la elástica blanquiazul del Levante. Sin embargo, a vísperas de otro verano de reconstrucción y de operaciones, donde la prioridad será reavivar la ilusión de una parroquia triste y desmoralizada con su equipo, la cantera lanzó un mensaje de fuerza con vistas al futuro. Sobre todo, después de la aparición de Paco Cortés, quien a través de sus cualidades técnicas y llenas de talento, dejó boquiabierto a todo el levantinismo. La cantera siempre estará para sacar las castañas del fuego. Y ahora, en un periodo de debilidad, es donde debe mirar un club que nunca dejará de intentar el ascenso a Primera División, independientemente de la suerte o del acierto.
El partido en Huesca
Fue duro de asimilar que la hora del encuentro no correspondía con la franja en la que los sueños y las aspiraciones estaban en juego. La realidad del Levante es difícil de digerir. Sobre todo, al saber que militará la próxima temporada en Segunda División por tercer año consecutivo. Ir a El Alcoraz supuso un trago amargo, mientras el paso de los minutos pesaron en el alma de los que soñaron con volver a la élite. El equipo de Felipe Miñambres, con modificaciones en su alineación inicial, buscó terminar el curso con buen sabor de boca, pero sin fluidez y con menos espíritu del habitual. Algo tan normal como natural, aunque los granotas pusieron de su parte para salir de tierras oscenses con tres puntos que azucarasen su insuficiente temporada. Sin embargo, el Huesca fue el que más cerca estuvo de colocar el primero en el luminoso. En el ecuador de la primera parte, Iker Gil cabeceó al corazon del área y Kortajarena impactó el envío hacia portería, pero Joan Femenías, achicando la posición del adversario, despejó la que fue la más peligrosa del encuentro. Instantes más tarde, Ángel Algobia, sobre la línea, impidió el primero de los locales, dando a entender que el Huesca llevaba los hilos del partido y era superior a su adversario, pero el Levante estiró sus pretensiones, con Algobia exigiendo a Juan Pérez con un lanzamiento lejano y con Pablo Martínez, de cabeza, dándole validez a un centro con el exterior de Xavi Grande.
Dio la sensación de que los de Felipe Miñambres dieron un paso hacia adelante en su intento de cerrar la temporada con tres puntos. Además, el técnico quiso darle un punto de atractividad con la entrada de Paco Cortés, una de las sensaciones del Juvenil, en el descanso, pero el Levante entró en el terreno de juego dormido. Todo lo contrario que el Huesca, que tras conseguir la permanencia el pasado fin de semana, que fue de menos a más sobre el terreno de juego y, en más de una ocasión, puso en aprietos a los levantinistas. Y eso que, superados los diez primeros minutos de la segunda parte, Brugué recogió en la esquina del área, abrió su posición, zafándose de los defensas rivales, y ejecutó un disparo envenenado, pero se marchó rozando la escuadra de Juan Pérez.
El Huesca, a su vez, obligó a estirarse a Joan Femenías después de un potente testarazo de Kortajarena, aunque una vez llegó a la media hora del segundo tiempo, desinfló sus exigencias. Pese a que Lass debutó con el primer equipo, la sensación fue Paco Cortés. Peleón, exigente, vertiginoso y valiente, al igual que talentoso con el esférico en sus pies. Si su carta de presentación fue muy llamativa, a poco del final se inventó un recurso exquisito, de bella factura y de mucha calidad: desafió a Blasco, le encaró y le hizo un túnel. La lástima fue su finalización, que se fue rozando el palo. No obstante, el mensaje es claro. La salvación, sobre todo en tiempos de guerra, siempre será la cantera. Un empate estéril para cerrar la temporada, pero que debe servir como referencia para lo mucho que queda por hacer para confeccionar una plantilla que aspire a ascender a Primera División.