Casi nadie creía en ‘Aquí no hay quien viva’ cuando los hermanos Alberto y Laura Caballero, impulsados y parapetados por su tío, el controvertido productor y magnate José Luis Moreno, se pusieron al mando de esa comedia televisiva que retrata la vida de una singular comunidad de vecinos y que fue emitida originalmente en Antena 3 entre septiembre de 2003 y julio de 2006. Contra todo pronóstico, la serie triunfó y se terminó convirtiendo en todo un fenómeno cultural. Tanto es así que hoy sigue tan viva como cuando se dejó de producir.
“Aunque creo que siempre hay cierto ingrediente imposible de dilucidar (y por tanto, de replicar), veo varios factores que ayudan a su longevidad”, señala a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el periodista Javier P. Martín. “Para empezar, los guiones son un reloj de la comedia, llenos de chistes lanzados a la velocidad de una metralleta y con la eficacia de un puñado de grandes interpretaciones. Esto lo tiene en común, por ejemplo, con ‘Friends‘ y ‘Los Simpson’, dos series que también han logrado ser atemporales”.
El periodista explica que, además de la forma, el fondo también ayuda: “Los Caballero y los demás guionistas de la serie fueron muy certeros a la hora de retratar un país desde el punto de vista del españolito obrero perdedor, a través de un montón de arquetipos que nos resultan familiares y en los que podemos sentirnos reflejados, aunque sean una caricatura. Con esa mezcla de humor de viñeta de Ibáñez y de revista de Mihura”.
Ahora bien, todo éxito gigantesco lleva aparejado un conjunto de obstáculos. De eso trata en buena parte ‘Aquí no hay quien viva. Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad’ (Plaza & Janés), una historia oral escrita por el propio P. Martín, que realizó medio centenar de entrevistas a gran parte del equipo y el reparto de la serie para ahondar en la creación, desarrollo, producción y conclusión de la que ya es un clásico.
El autor relata que fue Juan Botella el encargado de diseñar aquel edificio de cuatro plantas situado en calle Desengaño, 21: “Un trabajo que hizo en tiempo récord y encajándolo todo en dos pequeñas naves industriales que Moreno había adquirido en un polígono a las afueras de Moraleja de Enmedio, un municipio a unos treinta kilómetros al sur de Madrid”. El propio Botella sostiene que se inspiró en un edificio de tres plantas, pisos simétricos y varios áticos con terrazas que hay en la calle Hortaleza, en su barrio.
“Otra curiosa característica de los decorados es que se construyeron como casas reales, con todas sus paredes, ventanas y balcones”, añade P. Martín. “También los rellanos. Cada piso ocupaba un espacio del plató, con dos juegos de escaleras que parecían subir y bajar, y un hueco para el ascensor en el centro. Esta construcción otorgaba realismo al decorado, pero conllevaba algunos retos técnicos”.
Según el cocreador de la mítica serie, que en su mayoría se escribió sin planificación y a contrarreloj, sus compañeros y él enseguida tuvieron plena libertad creativa y tocaron todos los temas que quisieron. “Casi sin pretenderlo”, dice en el prólogo, “nos salió una serie progre, y aún hoy nos siguen dando las gracias por visibilizar temas que en la actualidad son terreno conquistado (por ahora, no cantemos victoria), pero que en aquellos años no se trataban en prime time”.
El gran valor de Mauri y Fernando es que familias enteras sentadas frente al televisor consumían inevitablemente tramas protagonizadas por dos hombres homosexuales, y eran tramas que no les ridiculizaban ni estigmatizaban por su orientación sexual”
España aprobó la ley del matrimonio homosexual en julio de 2005. Cuando ‘Aquí no hay quien viva‘ se estrenó dos años antes, ver en televisión a una pareja de hombres gais conviviendo y teniendo una rutina que la población percibía como normal no era nada habitual. “El gran valor de Mauri y Fernando es que familias enteras sentadas frente al televisor consumían inevitablemente tramas protagonizadas por dos hombres homosexuales, y eran tramas que no les ridiculizaban ni estigmatizaban por su orientación sexual”, explica P. Martín sobre una historia que ayudó a que la sociedad española viera con otros ojos al colectivo.
También se hirieron algunas sensibilidades, claro. La Federación Española de Daño Cerebral, por ejemplo, envió una carta a la productora, Miramón Mendi, para quejarse por las apariciones de Paloma en coma, y mostrar su indignación por el uso “frívolo e irrespetuoso” que la serie daba a un personaje con daño cerebral. El guionista David Abajo recuerda también que en una ocasión les llamaron de Canal Sur “para decir que estábamos dando una imagen denigrante de los andaluces, porque el portero cordobés era un vago. Y la respuesta era fácil: es que iba a ser de Madrid. No le cogimos por andaluz”.
En ‘Aquí no hay quien viva. Detrás de las cámaras’ también se habla sin tapujos de las extremas condiciones del rodaje. Juan Luis Iborra, que ejerció como director de segunda unidad, afirma que rodando la serie se sentía a veces “como en la Segunda Guerra Mundial”. “Fumaba mucho todo el mundo, y salíamos para fumar. Me acuerdo de una noche, a las cuatro o cinco de la mañana, en la puerta fumando y de repente ver llegar un autobús lleno de gente. ‘¿Y esto qué es?’. ‘Son los extras, que ahora tenemos que rodar en un restaurante lleno de gente, que es una boda’. A las cinco de la mañana, enfréntate a 100 figurantes”.
Al final, el enorme estrés y la presión para filmar a un ritmo endiablado terminaron pasando factura a la salud mental de los trabajadores de todos los departamentos. “El único que no sufría sus consecuencias, pero sí se beneficiaba del resultado enteramente, era José Luis Moreno”, explica P. Martín sobre el empresario, que en 2021 fue detenido, acusado de ser uno de los cabecillas de una supuesta red de estafa y blanqueo de capitales relacionada con el narcotráfico (actualmente, la causa sigue abierta y Moreno no ha sido procesado por la justicia).
A pesar del caos, añade el periodista, la calidad de la serie no dejó de ir a mejor durante un largo tiempo. “Estoy seguro de que hubo roces y crisis que no se me han contado, por más que lo he intentado, pero creo que en general, por lo que sí me han contado, al final todo el equipo remaba a favor porque Alberto Caballero era un buen capitán del barco, porque creían en el proyecto, porque tenían buenos beneficios (en cuanto a sueldos, experiencia laboral, éxito y fama) y porque había un buen ambiente, en general, en el rodaje”.
Los actores acabaron por no tener vida más allá de la serie. Algunos, como Loles León, tomaron la decisión de abandonar el proyecto”
Pero los actores acabaron por no tener vida más allá. Algunos de ellos, como Loles León, que encarnaba a la controladora y lenguaraz Paloma Cuesta, tomaron la decisión de abandonar el proyecto. “Desde que me dijo mi representante: ‘Haz esta serie’, yo le dije: ‘Bueno, pero me tienen que pagar el caché que yo cobro’”, confiesa la veterana actriz. “‘No, pero mira, hazlo así, luego ya cuando seáis más, ya…’, y nunca llegó. Siempre era: ‘No, renueva, porque luego te lo daré en el próximo contrato’. ‘Bueno, pues que me lo des, ¿eh?’. ‘Pues vale, hacemos esta tanda y luego…’, y es que nunca llegó… y al final como estaba tan cansada, tan estresada, y un poco harta de todo, pues dije: ‘Mira, me voy, ya no quiero más’”.
Lo que nadie esperaba es que Moreno decidiera, unilateralmente, quitarle a Antena 3 su serie más exitosa para llevársela a Telecinco. “Bajo amenaza de demanda por parte de Antena 3, que quería parar la serie cuando ya tenían escritos los primeros guiones, Telecinco les pide que lo tiren todo a la basura y que piensen en algo que se parezca mucho pero que no sea igual, reciclando actores y situaciones y estilo”, relata en el libro el montador Jaime Sagi-Vela. “No era nada fácil. Entonces los tíos, con bastante estoicidad, lo sacan adelante, no con poco sufrimiento”.
En ‘La que se avecina’, que nació en abril de 2007, se mantenía gran parte del equipo y el reparto que había terminado la serie en Antena 3. Como cabía esperar, esta última demandó y solicitó la suspensión de la emisión de la serie, al considerar que era una copia de ‘Aquí no hay quien viva’. Pero lo cierto es que Telecinco no había cometido ninguna irregularidad, como determinó una sentencia en 2012. El Juzgado de lo Mercantil de Madrid desestimó la demanda de Antena 3, concluyendo que las similitudes entre ambas series no eran suficientes para considerar LQSA la misma obra.
Esa nueva serie, aún viva casi dos décadas después de su estreno, terminó convirtiéndose en otro fenómeno televisivo, aunque sus datos de share nunca llegaron a ser tan espectaculares como los de su predecesora. “Creo que la clave que diferencia a ‘ANHQV’ de ‘LQSA‘ la explica muy bien Isabel Ordaz cuando dice que había más humanidad y vulnerabilidad en los personajes de la primera, mientras que los de la segunda son más histriónicos, están más enfadados, han pasado de la caricatura amable al esperpento”, concluye P. Martín. “Me voló la cabeza cuando me sugirió que quizá era un reflejo de cómo ha evolucionado la sociedad española en los últimos 20 años. Creo que podría tener razón”.