El Girona se divirtió. No se ha ido. Volvió a su hogar y dio la sensación de que no se había ido en estos ajetreados meses en los que ha tenido que renovar la columna vertebral de un equipo que se asomó a la elite con un tercer puesto que le hará debutar dentro de unos días en la Champions. Se divirtió con la alegría de Bryan Gil, la zurda de Tsygnakov y el tino de Abel Ruiz certificando una tarde redonda para liquidar a un triste y plano Osasuna, al que minimizó y aplastó porque ni remató a puerta de un aburrido Gazzaniga.
Y para que todo fuera como siempre faltaba el gol de Stuani, previa conexión entre dos debutantes -Asprilla y Van dw Beek-, que provocó la euforia de Michel, quien se giró loco de alegría hacia la grada porque en ese último tanto vio reflejado todo lo que había ideado. Y el estadio cantó: ‘¡¡Michel, català, Michel català!!’
Fue un triunfo coral de un Girona que conquistó su primer triunfo en un Montilivi entregado porque sentía, al igual que sus jugadores, que nada había cambiado con respecto a la pasada temporada. Por eso, acabó el público haciendo la ola. Ya se sabe, además, que los zurdos son tipos especiales. Viven en su mundo. Tipos singulares, capaces de alternar momentos contradictorios.
Anclado en la derecha estaba el ucraniano Tsygankov, desprovisto esta temporada de su amigo y compatriota Dovbyk. Parecía añorado. Un par de malos controles delataban su tristeza futbolística. Pases sencillos que no solía fallar, pero fallaba.
Un doble ‘nueve’
Entonces, llegó la pausa de hidratación, justo a la media hora de un partido monopolizado por el Girona, que impuso su dictadura. El balón era suyo. Osasuna ni lo veía. Hubo momentos en que la posesión alcanzó la escandalosa cifra del 89% para satisfacción de Míchel, quien, molesto po la goleada recibida en Madrid, modificó su plan táctico.+
Apostó por un doble ‘nueve’ reuniendo a Abel Ruiz con Miovski, dándole la titularidad en el lateral derecho a Alejandro Francés, con la delicada misión de tapar al venenoso Bryan Zaragoza. Y lo hizo bien el debutante, como si llevara toda la vida en Montilivi. ¡Pero era su estreno!
Dominaba el Girona de inicio a fin. Ni rastro de Osasuna. El gol era cuestión de tiempo porque el otro Bryan, Bryan Gil, se está tomando su presencia en Catalunya como algo más que una simple cesión. Necesita el delantero gaditano demostrar que tiene fútbol para establecerse, y ya de forma definitiva, en cualquier sitio. Acabada la pausa, y con las órdenes de Míchel todavía presentes en sus mentes, el equipo subió una velocidad más.
De extremo a extremo
Fue entonces cuando los extremos se conectaron para firmar el primer tanto. Un gol que premiaba a un reconocible Girona, al que le cambian los jugadores (se le van las estrellas tipo Savinho, Dovbyk, Aleix García, Eric García…), pero mantiene indestructible su identidad.
Amagó Tsygankov en la banda derecha, colocándose la pelota en su exquisito pie izquierdo para servir un maravilloso centro que cruzó todo el área navarra. Alguien le estaba esperando en la otra punta. Vino volando, tal si fuera una réplica andaluza del ‘Cruyff volador’, no tan alto como Johan ya que Bryan Gil iba a casi ras de césped, para enganchar la pelota del ucraniando con precisión y contundencia.
A tan grande centro le tocaba tan gran remate apareciendo sigilosamente en el segundo palo hallando el hueco necesario para esquivar el cuerpo de Sergio Herrera. De la zurda de Viktor a la zurda de Bryan. Montilivi estalló de alegría, feliz como estaba –no quedaban entradas congregándose 13.275 personas- porque veía lo que había visto la temporada pasada.
La idea de siempre
Son otros jugadores, sin tanta contundencia ni eficacia. Eso ocurrió en la primera mitad. Todo cambió en la segunda. Pero manteniendo, en todo momento, sus señas de identidad dejando, por ejemplo, ruletas como las de Miguel en la segunda parte, además de proteger a Gazzaniga como mejor podía hacer. Impidiendo que Osasuna se asomara a su área para que no se supiera si aún estaba nervioso por lo sucedido en Madrid cuando sus manos se quebraron con inusitada facilidad.
En la segunda mitad, cambió algo. Encontró la eficacia que no tuvo al inicio. Dominaba el Girona con autoridad, negándole la pelota al conjunto navarro porque su presión era angustiante. De ahí nació el 2-0, con un balón recuperado por Yamgel Herrera en el centro del campo para que Bryan Gil y Miovski, con un centro con fortuna porque dejó solo a Tsygankov.
Se desató entonces el equipo de Míchel, quien se inventó el tercer gol. Un golazo. Ni una hora de partido. El dulce pase de Iván Martín encontró la asistencia con el pecho de Yangel para que Abel Ruiz, peleado como andaba con el remate, soltara un endiablado derechazo. Un maravilloso disparo qeu le quitaba al exjugador del Sporting de Braga todos sus demonios. Por eso, se agarró su camiseta con la punta de los dedos para mostrar quien era.
Hubo tiempo hasta para que Montilivi viera los primeros minutos de Asprilla, el fichaje más caro en la historia del club, mientras despedía con aplausos a Abel Ruiz. Y no jugó el joven colombiano en la banda sino por detrás de Stuani, que había sustituido antes a Miovski. Las alas seguían siendo Tsygankov y Bryan Gil, la pareja de extremos que cambió y para bien el partido, que devolvió la imagen del brillante Girona de la pasada temporada.
En menos de una hora había firmado una obra colectiva irreprochable para darle la razón a Míchel.