Resguardado entre las montañas, en un valle moldeado por el paso del tiempo y el agua del río que lo atraviesa, está Miera, un oasis de paz y tranquilidad en el que refugiarse del estrés diario que apenas reúne 400 habitantes. Aquí no hay atascos, ni ruidos de claxon, ni grandes edificios que bloqueen las vistas, solo bellos paisajes y un puñado de tesoros a descubrir repartidos por todo el municipio.
De su patrimonio monumental destaca la iglesia de Santa María de Miera, también conocida como ‘la catedral’ por sus grandes dimensiones. Declarada Bien de Interés Cultural en 1988, este templo tiene su origen en un monasterio que aparece citado en documentos del siglo XI, aunque su aspecto actual es fruto de una mezcla de estilos iniciada con su construcción a finales del siglo XV. Así, se pueden ver elementos góticos, barrocos y renacentistas. Destaca su portada principal cuyo diseño se deriva de las formas vignolescas romanas (1656).
Otros de los atractivos del municipio son la Nevera de Fiñumiga, construcción que data del año 1764 y que está relacionada con las Reales Fábricas de Cañones de Liérganes y La Cavada, la cueva Sopeña, una auténtica recreación de la Cueva del Salitre durante el Paleolítico que permite descubrir cómo era la vida en las cuevas del Alto Miera, la cueva Pelicordia, cavidad situada en Mirones que permite durante la breve caminata que conduce a ella descubrir la flora y fauna del bosque atlántico, así como el estilo de vida de los antiguos pastores en su interior y, también en Mirones, el conocido como Hotel París, una casa torre construida sobre una inmensa roca en 1905.
Además, los amantes del senderismo y la naturaleza pueden aprovechar para realizar una de las muchas rutas disponibles por la zona como la que conduce al roquero de Enguinza (964 metros), la montaña más importante de la comarca de Trasmiera a la que se puede acceder desde Mirones a través de un paisaje de hoyos y crestas por caminos de carboneros, o la Senda fluvial que discurre junto al río Miera y que atraviesa el puente de la Vega y el Puente ‘Romano’, que es en realidad de época barroca.
Un nuevo ‘balcón’ al Valle del Miera
Con el fin de activar el turismo y de enriquecer la experiencia de cada visitante, el Ayuntamiento de Miera, en colaboración con el Grupo de Acción Local de Valles Pasiegos, ha llevado a cabo la instalación de un columpio y un banco gigantes, estructuras que se han puesto de moda por toda España en los últimos años.
El lugar escogido es uno de los más destacados de la zona, los Pozos de Noja. Se trata de dos lagunas artificiales que datan de principios del siglo XX construidas para abastecer de energía hidráulica a la pintoresca localidad de Liérganes y alrededores y que hoy día se han convertido en un espectáculo natural que atrae a numerosos excursionistas, sobre todo, desde que se arregló el acceso.
Esta nueva atracción que tanto triunfa en redes sociales es un símbolo del dinamismo y la visión de futuro de Cantabria, así como un punto estratégico desde el que contemplar el bello entorno natural añadiendo un toque de emoción a la experiencia. El columpio, diseñado por el ingeniero agrícola Martín González y ubicado en una pequeña meseta junto al primero de los lagos, tiene una altura de siete metros y medio y está fabricado en madera. Por su parte, el banco de grandes dimensiones tiene en la parte trasera dos carteles: ‘Miera te espera’ y ‘Territorio Meracho’, mensajes que reflejan el espíritu acogedor del municipio.
Para llegar hasta estas instalaciones se puede hacer en coche dejándolo a apenas unos 10 metros, aunque lo más recomendable es hacer la ruta a pie de aproximadamente 1,5 kilómetros sin apenas desnivel que conduce hasta las Pozas desde Miera.