“Realidad o sueño” es el título de la muestra que Virginia Paradise nos ofrece en Espacio 451, en Oviedo. Trece piezas realizadas en gres esmaltado que atrapan desde su fragilidad, por su enigmática belleza y enorme originalidad. Mónica de Juan, directora de esta galería, vuelve a ofrecernos una propuesta interesante que se desmarca de clasificaciones estilísticas convencionales y que coloca la oferta plástica ovetense en el ámbito nacional. Como espacio expositivo, 451 ya merece una visita, en un enclave privilegiado, en pleno casco histórico de la ciudad, es un símbolo de resistencia y un ejemplo a seguir en la recuperación e incorporación de nuevos espacios culturales.
La exposición es excelente. Refleja ese feliz encuentro entre una disciplina tradicional, como es la cerámica, con una creatividad desbordante en la que los aspectos conceptuales y emocionales confluyen y son reflejo del bagaje de una creadora formada en la Facultad de Bellas Artes en Sevilla y especializada en Cerámica en la Universidad de Lisboa. Todas las piezas han sido creadas para esta exposición y, aunque en conjunto mantengan una coherencia estilística, cada obra es un mundo cargado de significados. En su mayoría, son de pequeño formato y se ubican sobre soportes cerámicos que no solo acentúan su fragilidad, también las individualiza y ensalza y, de alguna manera, las sacraliza. En este sentido, recuerdo las reflexiones del filósofo francés Jean Baudrillard en torno a la metamorfosis de los objetos (como sería el caso de estas piezas cerámicas) cuando éstos pierden su carácter práctico se cargan de significados, “el objeto entonces deriva en signo y adquiere un sentido transcendente”.
Y es en este ámbito en el que se desarrolla la propuesta de Virginia Paradise. Entiende la obra de arte como vehículo de comunicación y de expresión de sentimientos, deseos y pensamientos que se muestran de manera natural y espontánea, evidenciando el carácter intuitivo, casi automático, del proceso de realización. Desde tiempos ancestrales, la tierra ha sido materia prima para la creación, su ductilidad ha propiciado que las manos de los artesanos se fundan con ella, conectando con lo más profundo de cada uno, con lo esencial.
La obra de esta artista se mueve en esa frágil frontera entre la ensoñación y la realidad desdibujando sus límites. Su estética es de apariencia abstracta y surreal, con apenas asideros objetivos. Es quizá, por este motivo, que ahonde en aspectos fundamentales de la vida, de una existencia siempre sujeta a la dualidad, al contraste entre la luz y la oscuridad, entre lo asible y lo que apenas es perceptible y que se manifiesta en estas pequeñas esculturas en el contraste entre la sobriedad cromática y la riqueza de matices y texturas, entre el brillo y suavidad aterciopelada de algunas superficies y la dureza y agresividad que se desprende de otras. Son obras muy estimulantes que desde sus extrañas morfologías alimentan la imaginación, algunas adquieren categoría de reliquiario, de cáliz o Santo Grial y otras desprenden un aura que remite a la imaginería barroca y al mundo espiritual.
Visitar “Realidad o sueño” es sentir la magia de la transformación de la materia en arte y emocionarse con la sencilla y frágil belleza de estas nuevas formas. Como afirmó el escritor austriaco Stefan Zweig: “Cada vez que surge algo que antes no había existido, nos vence la sensación de que ha acontecido algo sobrenatural. A veces nos es dado asistir a ese milagro, y nos es dado en una sola esfera: en la del arte”.
Lo importante en el arte no es representar lo que estimule los sentidos, esa capacidad la poseen muchas disciplinas y ámbitos de la vida; lo importante es trascenderlos, que lleve a reflexión sobre los misterios que hay más allá de la apariencia de las formas, algo plenamente desarrollado en la obra de Virginia Paradise, que es capaz de hacer realidad los sueños.
Realidad o sueño
Virginia Paradise
Espacio 451, c/ Mon 26, Oviedo. Hasta el 7 de julio
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