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Tormenta perfecta en Mestalla (2-0)


Los mejores partidos que se recuerdan de la infancia son bajo la lluvia. Es cuando el juego, ya sea en un campo con la hierba cuidada o en el barro de un descampado, adquiere una pátina épica, pisando cada charco, empapados y sonrientes. Si algo le sobra a este Valencia lleno de necesidades es su contagiosa alegría juvenil, con la que arrolló al Cádiz en un encuentro que se auguraba desangelado, en el primer lunes que anunciaba el invierno, un “blue monday” de mantita y Netflix. La felicidad aguardaba en la acequia de Mestalla, donde las fechas lluviosas son tan raras que siempre dejan partidos llamativos. Anoche con 41.647 irreductibles. Y con picaditas, rabonas, paredes, gambetas y pisaditas en 25 minutos el equipo de Rubén Baraja ventiló el partido volando en los laterales, con tantos de Gayà y Hugo Duro. Aliado con la temprana expulsión de Robert Navarro, este grupo madurado a la fuerza desde el sufrimiento de un proyecto deslavazado, pudo permitirse el lujo de disfrutar del partido, de su tormenta perfecta. Reencontrarse con el triunfo después de cuatro partidos tiene el premio añadido de un salto clasificatorio idóneo para templar las pulsaciones en una temporada a la que le queda un largo tramo.

El Valencia arrolló al Cádiz en un encuentro que se auguraba desangelado, en el primer lunes que anunciaba el invierno, un “blue monday” de mantita y Netflix. Pero la felicidad aguardaba en la acequia de Mestalla

Era la segunda internada por la izquierda cuando a los 4 minutos Gayà combinó con Amallah, que en un paso de baile, pisó para anclar a toda la zaga gaditana e intuir el desdoblamiento del capitán. Solo ante Ledesma, Gayà picó con suavidad para batir al meta argentino. Un gol de seda para abrir el marcador y acelerar al Valencia en un partido agitado por el riesgo, con el césped muy rápido y alta probabilidad de resbalones y errores no forzados. Es cierto que el Cádiz, con gente alta (Maxi Gómez, Chris Ramos, Fali) probó alguna pelota parada, pero su reacción quedó cortada de raíz con la roja directa a Robert Navarro. El catalán tiró un control largo y pisó con los tacos por delante la pierna de Pepelu. Era el minuto 22 y el Valencia aprovechó de inmediato el desconcierto para anotar el segundo. Otra internada en la que Escalante, con su despeje, habilitó a Thierry Rendall. El lateral de Amadora, y no es la primera vez en esa misma portería, picó de rabona. Ledesma frenó levemente el remate y Hugo Duro, intuitivo y siempre en el sitio correcto, remachaba de cabeza a la red.

Thierry, de rabona, origina el segundo gol. Efe/Biel Aliño


Dejó de llover y el Valencia quiso desmelenarse por completo, con Pepelu de jerarca indiscutible, con Diego López sintiéndose en las calles de Turón, con Javi Guerra buscando su gol de 8 inglés desde la frontal, con Fran Pérez travieso, pero sobrándole un último recorte. Intentó estirarse el Cádiz tras el paso por vestuarios, con Maxi Gómez abriéndose a banda para proteger la pelota, originando contras con Javi Guerra trotando desbocado con conducciones largas, en total libertad. Fallaba el último pase. El partido necesitaba la pausa y con el marcador controlado, Baraja movió el banquillo, para que Hugo Guillamón siga sumando minutos y confianza mental. Le siguieron Yaremchuk, todavía en rodaje, y Foulquier, para retirar a los ovacionados Hugo Duro y Thierry. En el 77, el delantero ucraniano remató de plancha para el 3-0, pero ligeramente adelantado. Debe ser un recurso a explotar en un jugador que puede volver a ser el de su irrupción en el escaparate de la Eurocopa.



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Así ha sido la victoria del Valencia CF contra el Cádiz

Mestalla estaba festivo y pidió el tercero, en un Valencia con Pablo Gozálbez y Hugo González refrescando los extremos. Se encontró con la resistencia de un Cádiz orgulloso para buscar el tanto del honor, en mitad de la bajada de tensión y con Foulquier desubicado. Lo evitó hasta en tres ocasiones Mamardashvili, destacado hasta en las noches de sosiego.



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