La vida extraordinaria de Jorge Semprún
La última vez que vi a Jorge Semprún fue para hablar de su autobiografía, que era como un enorme baúl extraordinario, del que salían y salían historias que a otro lo hubieran matado de susto o de cobardía. En esa ocasión se trataba de que, en su casa del centro de París, cerca del restaurante donde siempre llevaba a almorzar a sus amigos, hablara de Santiago Carrillo, a ver si de una vez explicaba qué pasó entre ellos, cómo se construyó y se rompió su tiempo en común.
Él estuvo sincero, pero esquivo, y el periodista tomó notas de todo lo que dijera, porque era quizá la primera vez que él sintió que debía hablar sin tapujos de aquel amigo que fue su jefe y finalmente resultó parte de un pasado del que no renegó, pero del que escapó como alma ...