Así es el estadio olímpico que enamoró a los nazis donde España jugará la final de la Eurocopa
Hitler estaba molesto. La sede olímpica de Berlín para 1936 la había conseguido la República de Weimar en 1931 y el Führer no quería los Juegos que amenazaban la inversión prevista para la remilitarización. Desde un punto de vista ideológico, no podía estar más en contra. Los valores democráticos e internacionalistas que propugnaba el olimpismo chocaban con sus postulados racistas y nacionalistas. Julius Streicher, el ideólogo y editor del periódico antisemita Der Stürmer, había calificado los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1932 como un «infame festival dominado por los judíos». Los nazis seguían al pedagogo alemán Friedrich Ludwig Jahn, que a principios del siglo XIX impulsó la práctica deportiva como forma de exaltación nacionalista, una manera de alcanzar el ideal estético y moral p...