En el extremo occidental de la Bretaña francesa, desde la isla de Sein hasta la de Ouessant, se extiende el mar de Iroise. Con una superficie de tan solo 3.550 kilómetros cuadrados (el Mediterráneo tiene 2,5 millones) este pequeño mar se alza con el título de ser uno de los más peligrosos de Europa, uno de los más ricos en biodiversidad y, además, concentra el mayor número de faros del mundo. Sus haces de luces advierten a los barcos y les informan en qué punto de la costa se encuentran.
Hoy, en la era del GPS y la tecnología, pocos son los navíos que se guían por esta frecuencia de luz. Una señal que es única (por luz, potencia y contraste) en cada faro y de la que son responsables las lentes del francés Augustin Fresnel, que fueron instaladas por primera vez en el faro de Cordouan en 18...