La riqueza del intercambio
Hace unas semanas, y en un foro público, una conocida cantante española minimizaba, e incluso casi se atrevía a ridiculizar, que otras colegas suyas extranjeras se atreviesen a cantar zarzuela y ópera española, cuando su dicción dejaba mucho que desear. Como si una jota demasiado enfatizada, una erre un tanto nasalizada o una hache aspirada en exceso fuesen motivos suficientes para lanzar a la hoguera una interpretación.
Está afirmación resulta, cuanto menos, curiosa porque estamos hartos de ver a cantantes españoles perpetrando, en mayor o menor grado, óperas escritas en francés, inglés, italiano o alemán porque, por desgracia, no es la fonética aplicada al canto una disciplina especialmente cuidada en los conservatorios patrios, sobre tod...