No hay tiempo seguro
El punto de partida de "Las tempestálidas", la novela que ha convertido al búlgaro Georgui Gospodínov en una de las estrellas rutilantes de la literatura europea contemporánea, es seductor. Un personaje llamado Gaustín, que transita entre la medicina, la teúrgia y la escatología (no en vano su nombre es una modificación de Agustín, uno de los filósofos que con más tino ha reflexionado acerca de la naturaleza esquiva e inasible del tiempo), propone recluir a los pacientes de alzhéimer en una clínica donde las distintas estancias reproducen, con absoluta fidelidad, aspectos materiales del pasado. Olores, sabores, tejidos, muebles, objetos: un clima de la inteligencia y del ánimo, un arca inexpugnable a los estragos del olvido. Si estamos perdiendo el mundo a bocados, argumenta Gaustín, volve...