Un pueblo donde los que saben compran artesanía de esparto y mimbre (y los músicos, guitarras)
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Al soñar con el próximo verano, con una escapada al Levante, la imagen se tiñe de azul, de mar Mediterráneo, de arroz a banda y toallas sobre la arena. Sin embargo, en el interior de Alicante se ocultan auténticos tesoros. Lugares que hipnotizan sin el sonido del vaivén de las olas. Uno de ellos es Gata de Gorgos, en la Marina Alta. Allí no hay playa, pero sus armas de seducción enamoran a cualquier turista con sus paisajes, sus grandes casas señoriales de amplios portones, dinteles de piedra y patios interiores; su gastronomía y su artesanía, una auténtica locura que se asoma por los cristales de cada escaparate.
Sobre la blanca fachada del edificio de la Plaza de España, una bandada de negras golondrinas de loza sobrevuela entre los balcones bordeados por azulejos blancos y azule...