Fusilados en la Guerra Civil: las heridas siguen abiertas
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"En aquella España del 36, inmersa en pleno aquelarre guerracivilista, la orgía de sangre y sed de venganza en la retaguardia se convirtió en el pan nuestro de cada día. Las patadas en las puertas de las casas, a altas horas de la madrugada, en busca de ciudadanos sospechosos de ser izquierdistas o derechistas, se saldaron con docenas de cadáveres abandonados en cunetas, descampados o tapias de cementerios". Resume así el periodista Antonio Pampliega (1982) los meses de ‘sacas’ y ‘paseos’ en el marco de aquella "España cainita, la del ajuste de cuentas y el apuñalamiento por la espalda, que encontró un resquicio perfecto para dirimir rencillas a golpe de tiro en la nuca". Lo detalla negro sobre blanco en ‘El quinto nombre’ (Península), en el que tras una década como corres...