La Vuelta y el notario de Cazorla
Cae la noche en Cazorla, entre calles que parecen paredes, en un pueblo, encantador por qué negarlo, pero donde es imposible encontrar una persona obesa entre los vecinos, “comemos y cenamos bien”, dice José, que se ha pasado todo el día cuidando que el paso de la Vuelta por la localidad haya sido perfecto, “pero con tanta cuesta hacemos bien la digestión antes de acostarnos”.El visitante se siente como en casa. Pasa una mujer con un cesto lleno de higos, que de sólo mirarlos entra la tentación de agarrar uno y comérselo en un periquete. “¿Quieres uno? Coge el que quieras, venga no seas tímido”. Es imposible no sentirse querido en Cazorla. Y hasta pensar que con tanta cuesta cómo es que no ha salido un escalador para convertirse en estrella del pelotón mundial.Entre perdices, aceite y agua...