Eduardo Mendoza, escritor: “Que me entierren con el María Moliner”
El tiempo, ese cuya concepción obsesionaba a Hans Castorp en La montaña mágica de Thomas Mann, parece haberse detenido en el jardín de la casa de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943). El otro, el meteorológico, asoma su aspecto primaveral, con sus luces y sus sombras, esa mañana en la Ciudad Condal.Alrededor de la mesa en la que nos sentamos, dispuesta para la ocasión con un aperitivo compuesto de olivas, anacardos y cerveza, pululan, silentes, lentas y metódicas, las siete tortugas que viven bajo el cobijo del escritor y su esposa desde que su hijo biólogo se las dejara allí.Antes de la entrevista, le advierto a Mendoza que no está en mi ánimo charlar acerca de su última novela, Tres enigmas para la Organización, que busco, dado que nunca antes habíamos coincidido, conversar sobre literatura...