Creía que era inmortal
Un amigo del Bayern me valora la muerte de Franz Beckanbauer: «Creía que era inmortal». Una frase para explicar la presencia, el legado, el carisma del Kaiser. También una definición precisa de por qué nos gusta el fútbol. Un ideal de eternidad que es costumbre, la rutina inalterable que te ordena la semana. La lealtad que nunca se va a resquebrajar. Un club, unos colores, unas calles. Un deporte universal por el conservadurismo de unos hábitos, que apenas no han cambiado en el siglo y medio más acelerado de la Historia, y que no estamos preparados para perder. Aquella pancarta, básica en su confección, pintura negra sobre sábana blanca, en el Olímpico de Roma en la despedida de Totti: «Speravo di mori’ prima». Esperaba morir antes. También los periodistas barceloneses que habían adaptado ...