El valor de lo contemporáneo
No hace ni un par de décadas los estrenos de obra nueva en los conciertos sinfónicos eran una especie de rareza que espantaba al público y a los propios intérpretes. Se había generado una especie de mantra según el cual los compositores aislados en una torre de marfil escribían música para sí mismos y de espaldas a los asistentes. Se estaba perdiendo la curiosidad por lo nuevo, la capacidad para disfrutar con la innovación, algo que, de manera imprescindible, debiera ser uno de los argumentos principales de la música culta y ha sido, durante siglos, una seña de identidad.
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