Ubicado en la comarca del Garraf, a apenas 35 kilómetros de Barcelona, está Sitges, un pueblo de tradición marinera que se ha convertido, con el paso de los años, en uno de los destinos más cosmopolitas de Cataluña. Intelectuales, bohemios, artistas y celebridades escogieron este lugar para echar raíces o veranear dejando su huella en cada rincón, tal y como hicieron los indianos, quienes tras hacer fortuna en las antiguas colonias españolas -llamadas las Américas- regresaron, en el siglo XVIII, para construir lujosas casas convertidas hoy día, en su gran mayoría, en hoteles.
Algunas de las más conocidas que el visitante puede encontrar en su entramado son: la casa Bonaventura Blay, edificio que recuerda al gótico francés y del que destaca su torre-mirador, las casas de Manuel Planas y Sebastià Sans i Bori, situadas una frente a la otra, o la casa Bartomeu Carbonell, que ubicada en la plaza Cap de la Vila, muestra una peculiaridad: ser la única vivienda de esta época con cuatro plantas, una de ellas destinada a ser una hospedería.
Lo mejor para descubrir sus tesoros es echarse a andar por su casco antiguo repleto de casitas blancas con ventanas y zócalos en blauet (azul marino), coquetas tiendas de artesanía y souvenirs y de restaurantes que preparan auténticas exquisiteces con productos locales, como La Nansa, espacio gastronómico que abrió sus puertas en 1963 y que sirve platos tradicionales como el arroz a la sitgetana (con salchicha, costilla de cerdo, langostino, cigala y almeja), o los calamares encebollados con malvasía.
En este paseo uno puede toparse con los restos de la muralla medieval, la plaza del Ayuntamiento, donde destaca el propio edificio del consistorio que data de 1889 y que está construido sobre los cimientos y paredes maestras del castillo medieval, el palacio de Maricel, edificio de estilo novecentista cuyos principales espacios son el Salón de oro, el Salón azul, la Sala capilla, la Sala Barcos y el claustro –que ofrece una maravillosa panorámica del Mediterráneo–, el baluarte, donde se ubica una réplica de un cañón de finales del siglo XVIII, y la postal más icónica de este destino, la que forma su iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla asomada al mar, un templo gótico edificado en el siglo XVII con tres naves con bóveda de medio punto en cuyo interior destaca el órgano barroco de 1697 y el retablo barroco de Joan Roig.
Además, se pueden encontrar hasta cinco museos que acumulan más de 13.000 obras de arte, como son Cau Ferrat, cuna del modernismo catalán y casa museo de Santiago Rusiñol donde se conservan obras de este artista, así como de Picasso o El Greco, o el Museo de Maricel, que recoge diez siglos de arte en un edificio de estilo novecentista con vistas al mar.
Otros imprescindibles de este rincón catalán son los Jardines de Terramar, un parque urbano obra de Miquel Utrillo inaugurado en 1919 en el que destaca su estanque central rodeado de bancos de piedra, el Centro de Interpretación de la malvasía de Sitges, un complejo dedicado a la Malvasía -el vino dulce que llegó a este pueblo desde Grecia en el siglo XV- que está dividido en dos partes: un museo que recuerda la historia del vino y la relación con el patrimonio de Sitges y el Corral de la Vila, única muestra arquitectónica tradicional popular de la época moderna, y la ermita de la Trinidad, a la que se accede por un camino que parte de la carretera de las costas del Garraf y desde la que se obtienen unas vistas espectaculares que abarcan desde la desembocadura del río Llobregat hasta el cabo de Salou.
Playas y naturaleza
Sus 17 kilómetros de costa ofrecen una veintena de playas de arena fina y dorada bañadas por el mar Mediterráneo perfectas para refrescarse y tumbarse a la bartola. Entre todas ellas destacan la del Garraf, con sus coquetas casas pescadores de los años 30, La Barra, una opción familiar y animada con forma de corazón, o Cala Morisca, un arenal de aspecto semisalvaje en el que se puede hacer nudismo. Además, cuenta con tres puertos: Sitges – Aiguadolç, el más concurrido, el del Garraf, especialista en náutica deportiva, y el de Ginesta, el más grande de Cataluña de carácter técnico y servicios náuticos.
Los amantes del senderismo pueden optar por descubrir el Parque del Garraf, un espectacular espacio natural con más de 12.000 hectáreas al lado del mar que ofrece un paisaje salvaje y numerosas rutas, como el itinerario botánico de la Pleta, que con forma circular y una longitud de 1.300 metros permite descubrir 33 especies características del parque, o el GR Sendero de los miradores, una ruta de gran recorrido –17,6 kilómetros– que va de Sitges a Canet de Mar y permite descubrir muchos de los atractivos de esta zona.
Un alojamiento: Eurostar Sitges
Ubicado en la avenida Camí de Miralpeix, encima de una colina con vistas al mar y al pueblo, está el Eurostar Sitges, un cinco estrellas perfecto para establecer base en una escapada a este mágico destino que garantiza a sus huéspedes una experiencia a disfrutar con los cinco sentidos.
En total, el hotel ofrece 263 habitaciones y suites perfectas para relajarse tras un día de playa o de una caminata por el pueblo. Luminosos, espaciosos y muy cómodos, los diferentes dormitorios se inspiran el Mediterráneo con tejidos customizados y mobiliario en colores suaves.
Sus instalaciones incluyen cuatro piscinas exteriores, un maravilloso jardín en el que comenzar el día practicando yoga, el Elya Spa, un templo de bienestar pensado para nutrir cuerpo y alma que cuenta con siete cabinas de tratamiento, piscina interior climatizada, jacuzzi, sauna finlandesa, baño de vapor, fuente de hielo y un gimnasio equipado con la última tecnología de Technogym, y más de 2.175 metros cuadrados destinados a espacios de conferencias y reuniones.
Por su parte, el apartado gastronómico ofrece cuatro espacios que brindan una amplia y variada oferta perfecta para satisfacer las expectativas de los paladares más exigentes. Así, están el restaurante Terrassa la Punta, que dispone de una terraza panorámica con vistas al Garraf y cuya carta se basa en ingredientes de proximidad y de temporada con platos tradicionales cocinados en horno de leña, el restaurante Verema, donde disfrutar de completos desayunos con show cooking, el bar Malvasía, que ofrece una amplia carta de cócteles de autor, así como bocados ligeros y el DDB Bar, la propuesta más desenfada del hotel para disfrutar mientras uno se relaja en la piscina.