La traca final del Tour de Francia, antes de la contrarreloj definitiva del domingo, comienza al borde del mar, en Niza, para acabar en lo alto de la última cima de la edición, el col de la Couillole, en una etapa corta, de 132,8 kilómetros, pero intensa con un desnivel total de 4.600 metros.
Aunque la etapa se desarrolla en todo momento por debajo de los 2.000 metros, en contraste con la víspera, ofrece un mayor desnivel que la jornada reina y un perfil en permanentes dientes de sierra, con cuatro puertos y un ascenso final vibrante, la última oportunidad de los escaladores natos de dejar su huella.
Será el último aldabonazo de la alta montaña y dejará la carrera vista para la sentencia final de los 33,7 kilómetros cronometrados del domingo, en una edición que excepcionalmente no se cerrará en los Campos Elíseos ni con un paseo triunfal del ganador.