Campeona del mundo sin haber sido nunca campeona de Europa, dando guerra en la Champions League con los clubs más ricos sin querer pertenecer al continente, antiguo baluarte del kick and rush virando ahora a un juego de toque, devota del pasado e ilusionada con el futuro, Inglaterra se enfrenta a una encrucijada en el presente. Dotada de la condición de campeona sin haber acariciado plata desde 1966 por primera y última vez -el 30 de julio se cumplirán 58 años-, la selección inglesa tiene una deuda con el fútbol.
Le toca saldarla a Gareth Southgate, el actual jefe de los pross. Y él lo sabe. A partir de este domingo, cuando empiece a rodar el primer balón ante Serbia, en Gelsenkirchen (21 h.), en el grupo que comparten con Dinamarca y Eslovenia.
Sin presión
Sin un ápice de presión que le haya atosigado hasta ahora desde que le nombraran en 2016, el generoso tiempo que le han concedido se le acaba. Resistió Southgate a la deprimente derrota de la única final que ha disputado el equipo, en 2021, en el mismísimo Wembley, por los penaltis frente a una Italia opaca, tan oscura y tan competitiva como sus predecesoras. No resistirá la embestida de un nuevo fracaso.
No era la primera vez que se vivía una tragedia así en Wembley. En la anterior Eurocopa que albergó Inglaterra en 1996, la selección sucumbió en las semifinales, por penaltis también, ante Alemania. El último lo lanzó y lo falló Southgate, que solo podrá devolver su deuda, la personal, con el esperado título. Diez campeones distintos ha conocido la Eurocopa, y ninguno ha sido Inglaterra, el inventor del fútbol, avergonzado por los éxitos de países como Grecia, Portugal y Dinamarca.
Southgate también estuvo involucrado en la semifinal de la Eurocopa-96: falló el penalti decisivo ante Alemania.
“Si no ganamos, probablemente no seguiré aquí. Tal vez sea, entonces, mi última oportunidad”, se sinceró el entrenador inglés al diario alemán Bild. Lleva cerca de ocho años en el cargo, y defiende que Inglaterra se acerca a la gloria. Demasiado lentamente. Asume, sin embargo, que no puede seguir pidiendo más tiempo.
Es un asunto ya de rubor personal. Cada vez que ha acudido a la sede de la FA ha aparecido con las manos vacías y nadie le ha pedido explicaciones. La paciencia en los despachos se agota. “Nos sentaremos después del torneo y hablaremos de todo. Cualquier organización tiene un plan de sucesión para sus principales empleados”, adelantó Mark Bullingham, director ejecutivo de la federación británica.
“Si no ganamos, probablemente no seguiré aquí. Tal vez sea mi última oportunidad”. Southgate asume que el tiempo se le acaba.
Cero de cinco
Southgate ha dirigido a la selección en cinco torneos. Su bagaje, además de la final perdida, consigna la semifinal y el cuarto puesto posterior del Mundial de Rusia, los cuartos de final del de Qatar 2022 y el descenso a la categoría B en la tercera edición de la Liga de Naciones de 2023. Sólo Didier Deschamps ha envejecido tanto tiempo en el banquillo de Francia, y puede presumir de un Mundial (2018) y la final perdida ante Argentina por penaltis en 2022.
Para disparar la última bala, Southgate ha alistado a valientes reclutas en una lista que tampoco ha sido muy discutida para la polémica que habría podido despertar. Uno de esos novatos, Adam Wharton, se quedó a cuadros al recibir la noticia de su convocatoria. “Fue una sensación surrealista”, confesó, ya convocado, y aún por debutar.
Wharton agonizaba por salvar del descenso al Blackburn Rovers, de la Championship, y el Crystal Palace lo fichó el último día del mercado de enero. Es el caso más extremo de la colección de neófitos y futbolistas de segunda fila: Lewis Dunk, el capitán del Brighton, ha reaparecido cinco años después del debut, y suma seis internacionalidades; Ezri Konsa, el defensa del Aston Villa, solo tres, y Marc Guehi, otro componente del Crystal Palace, diez.
El técnico ha cerrado una lista revolucionaría, con muchos neófitos y el Crystal Palace como club más representado.
Apellidos ilustres fuera
Anthony Gordon, del Newcastle, debutó en marzo contra Brasil en un amistoso, y Kobbie Mainoo, la revelación del Manchester United, de 20 años, tres días después frente a Bélgica. Dos ‘caps’ ha sumado Ivan Toney, del Brendford y tres ha coleccionado Eberechi Eze, otro integrante del Crystal Palace, el equipo más representado (cuatro) por delante del Manchester City (tres).
Semejante incorporación de futbolistas medio desconocidos ha comportado la exclusión de apellidos ilustres. Jack Grealish, Harry Maguire y James Maddison fueron los más rutilantes; Jadon Sancho y Marcus Trafford ni siquiera aparecieron entre los 33 iniciales, tampoco Jordan Henderson, y Ben White todavía no desea volver al equipo. Ausencias que pasarán factura a Southgate si no paga sus deudas.