Un proceso judicial resuena hoy en Francia con el actual #MeToo en el cine francés. Este martes ha empezado en el Tribunal de París el juicio al cineasta Roman Polanski, de 90 años, por presuntamente haber difamado a una de sus supuestas víctimas de violencia sexual. La actriz británica Charlotte Lewis, quien acusó en 2010 al director de cine de haberla violado en 1983 cuando ella tenía 16 años, lo denunció en 2019 después de que Polanski la tachara de mentirosa. Considerado un fugitivo por la justicia estadounidense desde hace cuatro décadas, el artista franco-polaco no ha asistido a la primera audiencia, que arrancó al mediodía. Pero lo juzgan en su ausencia.
Una decena de mujeres han acusado a Polanski de violaciones y otro tipo de agresiones sexuales. El cineasta, que fue premiado con la Palma de Oro de Cannes y el Oscar de mejor director por ‘El pianista’ (2002), niega esos hechos. Todos ellos prescribieron, ya que supuestamente tuvieron lugar cuando esas intérpretes eran menores de edad. El de Lewis representa uno de los casos más mediáticos de todos los que han salpicado a Polanski. La actriz, de 56 años, dijo que el realizador la había violado en su domicilio en la capital francesa tras un casting para la película Piratas, estrenada en 1986. Hizo esa confesión en pleno festival de Cannes en 2010. Aunque no presentó una denuncia por ello, sí que testificó ante la policía de Los Ángeles.
Una “mentira llena de odio”
Nueve años más tarde, el director de ‘Chinatown’ (1974) o ‘El escritor fantasma’ (2010) no se mordió la lengua al hablar sobre la actriz. En una entrevista para la revista ‘Paris Match’, la acusó de haber pronunciado una “mentira llena de odio”. “La primera calidad de un buen mentiroso es su excelente memoria. Siempre se menciona a Charlotte Lewis en la lista de mis acusadoras sin revelar sus contradicciones”, dijo. Al evocar esas supuestas “contradicciones”, se refería a una entrevista de ella en 1999 en que aseguraba que “deseaba ser su amante”. Según Lewis, se trataba de unas declaraciones “inexactas”.
De hecho, el periodista que publicó esa entrevista en el tabloide británico ‘News of the World’ comparece en el juicio. “Polanski tiene el derecho de defenderse en público”, ha sostenido Delphine Millet, una de las letradas del cineasta. “Ensuciar, desacreditar y difamar. Todo esto forma parte del sistema Polanski”, le ha respondido el abogado Benjamin Chouai, quien representa a la supuesta víctima. En Francia, una presunta difamación suele juzgarse de manera casi automática tras la denuncia. Un delito de este tipo puede castigarse con penas de un año de prisión y 45.000 euros de multa.
Un juicio en pleno #MeToo en Francia
Pese al elevado número de mujeres que acusa a Polanski de violencia sexual, el cineasta ha seguido con su carrera prácticamente como si nada. Los premios César lo premiaron en 2020 por la mejor dirección por el filme ‘El oficial y el espía’, lo que provocó que la actriz Adèle Haenel se fuera de esa gala gritando “es una vergüenza”. Ese fue uno de los momentos icónicos en el #MeToo del séptimo arte galo.
Esta liberación de la palabra de las mujeres y una mayor sensibilidad ante sus denuncias vive ahora mismo otro punto de inflexión en el país vecino. Además de la sucesión de denuncias contra Gérard Depardieu —este martes se ha tenido constancia de una nueva investigación judicial sobre el ‘Monstruo’ —, Judith Godrèche también acusó a los cineastas Benoit Jacquot y Jacques Doillon de haberla violado cuando era menor de edad. Esta actriz y directora, de 51 años, pronunció uno de los discursos más emotivos durante la última ceremonia de los César. Y desde el estrado del Olympia denunció “el tráfico ilícito de jóvenes chicas”.