Hay artistas cuyo legado está más allá del nombre del grupo que les dio a conocer. Músicos que se han labrado una respetada carrera que ha calado en lo más profundo de muchas generaciones. Es el caso de Robe Iniesta (Plasencia, 1962), una leyenda de la música que ha conseguido sobreponerse a las turbulencias que acabaron con Extremoduro, apoyándose en unos virtuosos músicos que han conseguido seguir el rumbo experimental que marcó en su día La ley innata.
Usted no suele conceder muchas entrevistas.
A veces está bien hacer entrevistas y otras no tiene ningún sentido. Si no estás preparando ningún disco o no vas a hacer una gira, tampoco tienes que estar todo el día dando la vara. Pero bueno, cuando llega el momento de anunciar algo no está mal hacer entrevistas. Aunque tampoco hago muchas, es cierto (ríe).
Cuando sacó Lo que aletea en nuestras cabezas, el público se pensaba que era un divertimento momentáneo hasta el regreso de Extremoduro. A día de hoy, cuatro discos y un directo en DVD confirman que la banda “los Robe” ha venido para quedarse.
Yo también lo pensaba, eh. Daba por hecho que iba a ser una cosa puntual cuando empecé con esto. Hicimos el primer disco sin tener ningún pensamiento de tocar en directo ni de nada. Simplemente de hacer ese álbum y pasárnoslo bien. Un divertimento, como tú has dicho. Luego nos gustó mucho la cosa y vimos la posibilidad de hacer una gira, también como una cosa única. Por eso grabamos el DVD, porque pensábamos que era un directo que nunca más íbamos a hacer y para así tenerlo de recuerdo. Pero luego sucedieron varias cosas que han propiciado que hayamos seguido. Y la verdad que cada día estamos más contentos, más compenetrados y pasándolo mejor.
¿Este proyecto ha cambiado a Robe Iniesta?
No, a mí me ha cambiado la vida. La vida es lo que te va cambiando y las cosas que haces cambian contigo. Lo raro sería que siguiera haciendo las mismas canciones que hace 30 años. Lo normal es que haya una evolución en la manera de componer, aunque yo en eso no tengo mucha mano. No puedo planear qué voy a escribir o sobre qué, pero está claro que lo que sale, sale de adentro y muestra esa evolución que tienes con la vida.
Y si algo rezuma de este proyecto es la importancia de la melodía, que se mantiene en un nivel casi orquestal en las canciones, con cierto virtuosismo.
Las canciones se podrían hacer de muchas formas, pero estar con esta gente con esa versatilidad y ese buen gusto por la música hace que seamos ambiciosos y busquemos un poco eso. Desde el primer disco, que era muy diferente, ya se respiraba. Luego entró Woody (a la guitarra) y ya cambió la cosa a algo más rockero. Pero bueno, seguimos buscando nuestro sonido sin dejar de experimentar. Como ya nos conocemos mejor, nos es más fácil probar cosas distintas. Y además nos damos toda la libertad del mundo a la hora de vestir las canciones.
Centrándonos en el último disco, Se nos lleva el aire, abre el álbum el tema El hombre pájaro, con claras alusiones a la falta de fuerzas. Algo que podía interpretarse con que no se veía con fuerzas para seguir mucho más en la música. ¿Hay algo de cierto en esto?
Hombre, yo eso no lo tengo pensado ni mucho menos. Eso cuando llegue, llegará. De momento estamos con la gira en todo lo alto y los conciertos están saliendo bonitos. La gente creo que lo está disfrutando. Las letras las tiene que interpretar uno mismo. Una canción no habla de lo que el autor diga que habla, sino de lo que le sugiere al que la escucha. Al final, si la canción te sugiere unas emociones y a ti te parece que habla de algo, ¿por qué no? ¿Qué más te da en lo que estuviera pensando el autor cuando lo estaba haciendo?
En este sentido, ¿en qué momento diría que se encuentra ahora mismo?
En un momento muy bueno de mi carrera, con un disco que le ha gustado a todo el mundo y que a nosotros también nos gusta mucho tocar. Si fuera por nosotros, solo haríamos en concierto las canciones del disco nuevo, vuelta y vuelta (ríe).
¿Uno no se cansa de estar tantos años encima de un escenario?
Bueno, a mí las ganas me las dan los temas nuevos. Si no hago temas nuevos, no me dan ganas de ponerme a tocar. Pero cuando tienes un tema en la cabeza, estás loco por enseñárselo a los demás. Cuando lo curras en el local, estás loco por ir a grabarlo. Cuando lo grabas, estás loco por que lo escucha la gente. Y luego, claro, lo que quieres es tocarlo en directo. Las ganas me las da el material nuevo y ser un grupo vivo que no se casa con un sonido específico.
Huye del fenómeno AC/DC, que no es otra cosa que tu primera canción y tu última suenen exactamente igual.
No me representa eso para nada (ríe). Tengo que sorprenderme a mí mismo para luego poder sorprender a los demás. Nos gusta experimentar con cositas nuevas, como el acordeón, el violín o el clarinete, pero luego metimos la guitarra para crear unos sonidos cojonudos. Todo ese tipo de mezclas dan riqueza a la música. Yo creo que mola más.
Ha vivido varios cambios en la industria, como la entrada de las plataformas digitales como Spotify o la desaparición de los discos tal y como se conocían. ¿Cómo valora esta evolución?
Pues en algunos sentidos bien y en otros no tan bien. Lo de que se hagan singles en vez de discos enteros tampoco es un cambio demasiado grande. Antiguamente, solo se hacían sencillos y luego se sacaban discos largos cuando se tenían un montón de singles simplemente por juntarlos en algo. De alguna manera está bien porque es más accesible.
¿Y cuál diría usted que es la mayor diferencia?
Que todo el mundo oye lo mismo al mismo tiempo. No comprendo cómo salen canciones de muchos chavalitos jóvenes que se convierten en todo un fenómeno. Eso es lo que más ha cambiado. Y estos chavalitos tienen muchísimas más escuchas que las que voy a tener yo en toda mi vida. Es algo que me flipa, cómo se ha puesto de acuerdo todo el mundo para oír la misma canción en la misma semana.
Y luego, por otro lado, la discográfica antes tenía mucho más poder. Cuando fichabas por una, ya tenías la mitad del camino hecho. Pero eso ahora no quiere decir mucho. Si te ficha una discográfica, no te van a dar a conocer a todo el mundo a no ser que seas una música de estas de mayorías que pinchan en todas las radios. Cuando te salgas un poquito de ahí, olvídate de que se te conozca.
A pesar de eso, cuando sacó el disco, se encontraba en las listas de más escuchados junto a esos artistas jóvenes que menciona.
Sí, y me sorprendió porque manejan otro volumen de cifras. A mí que me escuchen un millón de personas me parece algo alucinante, pero para esa gente un millón no es nada.
También es cierto, y no hay que negarlo, que todo el mundo ha escuchado aunque sea alguna canción de Extremoduro. Eso le tendrá que dar cierta autoestima.
Hombre, claro, autoestima te tiene que dar, pero en su justa medida. Yo siempre lo digo: los artistas necesitamos tener el apoyo de la gente porque en el arte no hay nadie que pueda decir “esto está bien hecho o esto está mal hecho”. El arte no es como una pared, que está recta o no. Tú mismo no sabes si lo que estás haciendo es bueno; necesitas tener ese apoyo y que te lo diga el público, pero no puede servirte para presionarte y pensar “me han dicho que he creado una obra de arte, así que la próxima debe ser aún mejor”. El público debe servir para animarte y darte fuerza, pero no para presionarte pensando que eres la hostia.
“Tengo la suerte de que al público le gusta lo que hago porque no sabría hacer otra cosa”
Podemos decir que no es una persona dependiente de su público.
No, porque para depender del público tendría que establecer un rumbo, y en mi caso no hay ningún rumbo que marcar. Mi carrera se ha construido sin un rumbo fijo. No puedo ni siquiera plantearme que voy a escribir una canción sobre un tema concreto. La cosa va al revés, primero sale y luego adivino de qué estoy hablando. Tengo la suerte de que al público le gusta lo que hago porque no sabría hacer otra cosa. Yo me pongo a componer y ahí no hay ninguna línea que seguir, lo único válido es que lo que salga me emocione. Más de una vez he dicho “voy a hacer una canción alegre” y cuando voy por la mitad digo “coño, ¿dónde se ha torcido esto?”.
El otro día le dedicaron una canción en un colegio de Extremadura. ¿Su música es apta para todos los públicos?
No, yo creo que hago música para adultos. Las letras hay que saber entenderlas para darles un significado, no puedes tomar las cosas al pie de la letra. Y un niño no creo que pueda hacer esto.
Y no solo en las letras. Con La ley innata introdujeron melodías de Bach y ahora, en El Poder del arte, vemos una intro que trasladan al oyente a La fille aux cheveux de Debussy. ¿Le inspiran más los compositores clásicos que los grupos de rock?
No, lo que pasa es que casi todos los componentes del grupo tienen una formación clásica y es más fácil que surjan estas cosas. Yo estoy abierto a todo, no pongo ninguna regla a la hora de hacer las canciones, como te comentaba antes. Es buscar que cada canción sea original respecto a las demás.
¿La música de ahora ha perdido esa originalidad?
No lo sé. Veo mucha música igual, pero también hay sonidos muy diferentes e interesantes. Lo que pasa es que parece que solo existe lo mayoritario, lo que estás oyendo por todos los lados, pero realmente hay mucha música que tienes que ir a buscar porque no te la manda el algoritmo. El rock no ha sido nunca un género de mayorías en España.
¿Le queda alguna meta que alcanzar como artista?
La siguiente canción, ni más ni menos, que va a ser la mejor porque siempre la última es la mejor. La última que he hecho ha sido la de El poder del arte, y es la que más me gusta de todas. Lo único que me queda por hacer es seguir creando temas, es la cosa que más me llena.
Inició este proyecto pidiendo a los asistentes que no sacasen sus móviles constantemente durante el concierto. Cuatro discos y varias giras después, ¿cree que lo ha conseguido?
Sigue habiendo demasiados para mi gusto, pero creo que la gente ha ido aprendiendo a manejar los cacharritos y a convivir con ellos. Es un invento moderno y nos han engañado a todos con la publicidad. Recuerdo que había un anuncio que vendía un teléfono o una compañía que te presentaba un concierto con todo el mundo grabando como si lo guapo del concierto fuera eso. Entiendo que la gente quiera grabar un poquito para ponerse a sus colegas, pero hay mucha gente que se pasa todo el concierto con el móvil fuera y lo pone muy arriba. Eso ya sí que me molesta un poco, como si no hubiera gente detrás que quiere disfrutar del directo.
Para finalizar, hemos estado media hora hablando y no le he preguntado por Extremoduro. ¿Le cansa que todo el rato se le mencione el grupo?
Claro que me cansa. Han pasado 10 años desde que Extremoduro hizo su última gira, 11 desde el último disco y 4 años desde aquella gira de despedida que no se pudo hacer. Y ya está todo dicho sobre aquello. Ahora hay que vivir el presente, un poco como dice el título del disco, que se nos lleva al aire, que hay que estar alerta y vivir la vida sin hablar del pasado ni del futuro, sino viviendo en el día a día.