Son la gran pesadilla de todos los veranos. Los insectos aprovechan las altas temperaturas, los pocos centímetros de ropa y las excursiones al aire libre para hacer de las suyas y picarnos. Aunque son muy frecuentes, y uno de los motivos más habituales de consulta en Atención de Primaria, la mayoría son leves y no precisan de ningún tratamiento específico.
Según explican los doctores Roi Piñeiro e Iván Carabaño, pediatras en el Hospital General de Villalba (Madrid):
- “La mayoría de las picaduras producen pápulas inflamatorias, urticariformes y dolorosas, que tienden a resolverse en horas o días, y en muchas ocasiones de forma espontánea”.
Se recomienda para aliviar la sintomatología que producen las picaduras de insectos “la aplicación de frío local porque permite un efecto antiinflamatorio y analgésico y disminuye la absorción de algunos venenos, mientras que el calor puede inactivar algunas toxinas termolábiles”.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que aquellos insectos que inoculan veneno pueden provocar reacciones alérgicas. En su mayoría nos referimos a las abejas y a las avispas. Se calcula que afecta al 2,3% de la población general.
Los síntomas van desde una reacción local en la zona hasta un shock anafiláctico, que requiere asistencia médica con administración de adrenalina, corticoides y antihistamínicos.
La mortalidad se sitúa entre 0,03 y 0,48 muertes por cada millón de personas al año.
Así son las picaduras de los insectos más habituales
- Mosquito. Es la más frecuente. Este pequeño insecto, que mide entre 3 y 6 mm, causa un molesto picor (y un desagradable zumbido). Solo los mosquitos hembra, que se alimentan de sangre, pican a las personas y a los animales. De ahí, que tengan una especie de espada en la boca, diseñada para perforar nuestra piel y extraer la sangre.
¿Y por qué siempre pican a las mismas personas? Un estudio realizado en la New Mexico State University, en Estados Unidos, y publicado en Plos One señala que sus víctimas preferidas son las mujeres embarazadas y las personas que tienen una mayor masa corporal, mayor temperatura y humedad.
La picadura del mosquito tigre, que apareció en el área de Barcelona en 2004, produce una reacción más incómoda si la comparamos con la del mosquito común: picor, inflamación o sarpullido.
Se presenta con un pequeño habón (bulto en la piel) redondo y que produce una urticaria. Suele ocurrir a los pocos minutos de la picadura.
Pese a que el riesgo es bajo, los mosquitos pueden transmitirnos alguna enfermedad: zika, dengue o chikungunya.
- Abeja o avispa. Cuando una abeja nos pica, muere, ya que el aguijón queda clavado en la picadura. No obstante, eso mismo no ocurre con la avispa, que nos puede picar varias veces seguidas. Aunque, como ya se ha comentado, no son frecuentes las reacciones alérgicas a estas picaduras, se pueden identificar fácilmente.
Dolor, escozor y enrojecimiento en la zona, que suele medir alrededor de 1 centímetro de diámetro. Si la zona se inflama, puede llegar hasta los 5 centímetros. Se suele resolver automáticamente en unas pocas horas sin mayor complicación.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) subraya que las personas con buen estado de salud “pueden soportar bastante bien de 1 a 25 picaduras”. Los efectos tóxicos “aparecen a partir de 50 picaduras y la dosis letal para un niño sería de 100 picaduras y de 500 picaduras para un adulto”. Y pueden producir tanto alteraciones de la coagulación como ruptura de los glóbulos rojos.
¿FUNCIONAN LOS REPELENTES DE INSECTOS?
Los repelentes son el mejor método profiláctico para evitar la picadura de insectos y el posible contagio de enfermedades. Suelen proteger de 4 a 8 horas y no matan al bicho, solo lo mantiene alejado de la zona donde se ha aplicado el producto. Es fundamental leer la antes de su uso y utilizarlo de acuerdo con las instrucciones del envase.
- Chinche. Este insecto (que tiene el tamaño de una semilla de manzana) suele estar alojado en colchones y almohadas. Es habitual que piquen por la noche, ya que salen a alimentarse, y no propagan enfermedades.
Las picaduras (en forma de zigzag) son muy características: habones muy pequeños y con el centro más oscuro y que producen mucho picor. Las zonas más comunes donde pican los chinches son la cara, el cuello, las manos y los brazos. Generalmente, desaparecen sin tratamiento en una o dos semanas.
- Pulga. Poco frecuentes en los humanos. Prefieren las mascotas. Pero si convivimos con algún animal doméstico, es probable que suframos una picadura de este insecto, un parásito que se alimenta de sangre y que mide 1,5 milímetros. El riesgo aumenta si vivimos en el campo o si paseamos a nuestro perro por zonas boscosas.
Se presentan con protuberancias rojas, normalmente en grupo de varias picaduras en línea recta, causando inflamación, picor, enrojecimiento e incluso costras.
- Garrapata. Al igual que ocurre con las pulgas, prefieren los animales domésticos. Pero no se pueden descartar. Son uno de los insectos más peligrosos, pues pueden transmitir la enfermedad de Lyme o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
La picadura de las garrapatas se pueden evitar si llevamos manga larga y pantalón largo cuando salimos al campo, así como optar por calzado cerrado. También es importante no atravesar zonas con vegetación y aplicar antiparasitario a las mascotas domésticas.
Ante una picadura de garrapata no hay que hacer caso a la creencia popular: ni aceite, ni calor. Lo mejor es retirarla con una pinza y limpiar la zona con agua y jabón. Si se presenta sarpullido, fiebre, dolor muscular o de cabeza, se debe acudir a urgencias.
- Araña. Es una de las picaduras más difíciles de diferenciar. Causa enrojecimiento, dolor e hinchazón. Las especies más peligrosas en el mundo son la viuda negra, la araña marrón y la tarántula europea. El resto de especies no presentan complicaciones, ya que son mordeduras leves que no producen síntomas graves.
Por eso, si no sabemos qué tipo de araña nos ha picado, tenemos dolor intenso, comenzamos con problemas para respirar o aparecen manchas rojas en la piel, debemos consultar con un médico.